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ELECCIONES 13-J

La cúpula de IU dimite en bloque tras rechazar la renuncia de Julio Anguita

Una rocambolesca reunión para estudiar la marcha del líder acaba con la salida de toda la cúpula

Julio Anguita, coordinador general de Izquierda Unida, consiguió ayer lo imposible: ofreció su dimisión, logró que se le rechazara y exigió luego, a cada uno de los miembros de la dirección de IU que presentara, por escrito, la renuncia, que él aceptó. Todo eso, durante un debate de casi diez horas para analizar el desastre electoral del 13-J. Anguita presentará otra vez su renuncia al cargo el próximo día 26 en la reunión del Consejo Político de la coalición de izquierdas, pero, al tiempo, pondrá en marcha un plan de trabajo para definir el discurso de IU. La comisión que prepare estas tareas estará formada, sorprendentemente, por los mismos dirigentes que ayer dimitieron. Esto se produce para que, según Anguita, en un periodo de tiempo prudencial, se reconstruya la política de la formación, que ha perdido en las elecciones del pasado domingo la mitad de sus electores en un batacazo electoral sin precedentes IU. Según sus propias palabras, es la hora de intentar transformar "una derrota en una reconstrucción de la ofensiva".

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Ahora bien, el líder de IU ya ha dado un aviso previo: no admitirá un cambio de discurso. Uno de los dirigentes salía ayer, más que indignado, amargamente divertido: "Hemos venido a aceptar su dimisión y hemos terminado dimitiendo". Era verdad, pero lo cierto es que Anguita, una vez más, tuvo un respaldo absoluto en las votaciones que se realizaron. Su dimisión fue rechazada por más del 90% de los votos.

El líder de IU había abierto la reunión de la Presidencia Federal -72 miembros- anunciando su deseo de dimitir de su cargo y, en principio, la coalición parecía por la labor. El PCE le pidió tres meses de plazo para buscarle sucesor. El Pasoc, Tercera Vía e Izquierda Republicana sí reclamaron una asamblea extraordinaria para elegir una nueva dirección, pero los andaluces rechazaron de plano la renuncia. En IU ayer había miedo a quedarse sin la referencia de Anguita. Y más: si hay que buscar culpables, casi todos estaban por cargar sobre los responsables electorales -Víctor Ríos y Pedro Granados- las culpas del desastre.

Nadie puso ayer en duda la derrota. Ni nadie negó tampoco que los responsables deben pagar políticamente unos resultados que no tienen parangón en la reciente historia de la izquierda de este país. Pero también hay que decirlo todo. Anguita tuvo la gallardía de asumir su responsabilidad. "Sin paliativos", como él mismo dijo en la noche más amarga de IU.

No todos están de acuerdo. El secretario general del PCE, Francisco Frutos, también culpó del desastre a la ingratitud e incluso cobardía de los votantes potenciales: "No se puede pretender que IU esté defendiendo los intereses de la gente, de los más marginados, y luego éstos corran como conejos a votar al PSOE".

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La reunión de ayer marcará, con dimisión o no, una nueva etapa para la coalición de izquierdas. ¿Pero se arrepiente de algo Anguita? No parece. Ayer mismo seguía insistiendo en que su discurso -casi la mitad de votos perdidos- era el correcto y, en un supremo esfuerzo de fidelidad a su propia causa, afirmaba que no estaba dispuesto a cambiar ni un milímetro sus palabras. Los dioses, es verdad, ciegan a los que aman. Pero también -horrible venganza- ciegan a los que se creen amados. Sí hubo, frente a la rocambolesca dimisión en falso de Anguita, renuncias de hecho. Pablo Castellano, presidente del Pasoc, anunciaba a primera hora de la mañana su abandono de todos sus cargos en la cúpula de la coalición y señalaba que su actitud es la que debían seguir los demás dirigentes.

También el hasta ayer candidato europeo y secretario general del Pasoc, Alonso Puerta, en declaraciones a pie de Presidencia, hacía constar que estaba "al lado de Pablo Castellano" y que si no se aceptaba su propuesta de asamblea extraordinaria estaría con su correligionario. El representante de la Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT), Javier González Pulido, abandonaba también sus cargos de dirección.

Y más. Ángel Pérez, coordinador de Madrid, decidía no acudir a la reunión. Personas cercanas a su entorno anunciaban que si Anguita no dimitía él renunciaría a sus cargos federales. Cargos de IU de Madrid criticaban ayer en privado a Anguita y le acusaban de "arruinar la campaña" con sus ataques al secretario general de la OTAN, Javier Solana.

En momentos de turbación siempre se recurre a los recuerdos. Y alguien recordaba ayer que Luis Carlos Rejón tuvo que dimitir como coordinador en las elecciones andaluzas pese a que no tuvo una pérdida de votos tan impresionante como la del 13-J. La historia, a veces, termina por pasar factura.

Autocrítica tardía

El problema es que ayer pocos podían levantar banderas contra nadie. Coordinadores regionales o responsables electorales en ciudades donde la coalición ha naufragado tenían pocos argumentos para echar abajo el discurso de IU. Un discurso quizá emanado del coordinador general, pero que ninguno ha cuestionado hasta ayer. Los profetas siempre aciertan cuando las cosas ya han sucedido. Ahora hay quien reconoce la existencia de una situación de miedo, de sumisión absurda al líder. Y hasta admiten que la expulsión de Nueva Izquierda se hizo por la fuerza de los votos y en contra de la opinión de sectores de IU. El pacto de Estella es otro caso paradójico. Salvo excepciones -Frutos, por ejemplo, que ha criticado en público la presencia de IU en Lizarra- han sido pocos los que han levantado su voz. Sorprendía ayer cuántos han estado a favor de abandonar Lizarra y hasta de no utilizar la guerra en Yugoslavia como ariete electoral.

Así cualquiera. Pero no hay más que mirar las actas de IU para ver que durante años las consultas en la dirección han sido una sucesión de votaciones "a la búlgara", cierres de filas, aprobaciones por aclamación o unanimidad... Incluso ayer.

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