Un juglar republicano para Isabel II
Andrew Motion, nuevo trovador de la corte tras ser nombrado poeta laureado del Reino Unido
Sustituir a Ted Hughes, el último poeta laureado de las letras inglesas, no ha sido tarea fácil. Pese a su turbulenta vida junto a la malograda escritora Sylvia Plath y su desprecio por las adulaciones mundanas, Hughes, fallecido a causa de un cáncer el pasado año, era uno de los gigantes reconocidos de la literatura anglosajona. El cargo que desempeñaba, puramente simbólico, es también la mayor recompensa que un compositor lírico puede recibir en el Reino Unido: un nombramiento del Gobierno que le convierte en una especie de trovador al servicio de las grandes causas nacionales, en especial de la monarquía. El nuevo agraciado se llama Andrew Motion, tiene 46 años y no oculta unas simpatías izquierdistas que pueden añadir mordiente a sus nuevas obligaciones.Poco después de la desaparición de Hughes, su amigo Motion publicó un largo y sentido poema recordando la última vez que se vieron. Desahuciado ya por los médicos, Hughes no le había dicho a nadie que se moría. La composición refleja la sorpresa del colega, ajeno a la trascendencia del "último almuerzo al sol a finales de agosto". Como explicación a su desasosiego, Hughes bromeó acerca de los nocivos efectos de la prosa. "He escrito demasiada y me ha alterado el sistema inmunológico", aseguró. Con el laureado cargo ya vacante, la aparición de estos recuerdos fue considerada en círculos literarios británicos como "una solicitud de empleo" algo espuria.
Motion, que también evocó la figura de Diana de Gales poco después su muerte ("Diana, jadeante, cazada por tu propia jauría"), negó, molesto, que tratara de llamar la atención acerca de su candidatura. Estrategias líricas aparte, el cargo es ahora suyo, después de haber competido por la gloria poética con nombres mucho más famosos.
Aunque no ha habido listas realmente oficiales, autores de la talla de los premios Nobel de Literatura Derek Walcott y Seamus Heaney han sonado con fuerza en los mentideros literarios británicos. Ambos fueron descartados por el líder laborista, Tony Blair, por motivos ajenos a su valía profesional. Walcott reside en Estados Unidos, y Heaney, británico nacido en Irlanda del Norte, ha hecho de su identidad irlandesa una causa vital.
El caso de Carol Ann Duffy, candidata bien situada hasta el final, presentaba un delicado componente añadido: su condición de lesbiana producía cierto estremecimiento en Downing Street. A fin de cuentas, la distinción se remonta a la Edad Media, y una tradición así requería, según los críticos de la poetisa, un personaje más dispuesto a componer odas reales que a criticar la discriminación sexual. Blair, contrario también a la elección de un "poeta del pueblo" más o menos oportunista, prefirió la cautela a "herir la sensibilidad del británico medio".
La figura de Andrew Motion, graduado con honores en la Universidad de Oxford, premio Whitbread 1993 por su biografía del poeta Philip Larkin y miembro del Consejo para las Artes, además de catedrático de Creación Literaria, podía considerarse un nombramiento más que aceptable. Tradicionalista incluso, estaba bien lejos de figuras como el ex beatle Paul McCartney, propuesto para el cargo por la ministra para Irlanda del Norte, Mo Mowlam.
Motion tiene voz propia y no parece dispuesto a dejarse abrumar. Para empezar, no le gustó nada que consideraran su poema sobre Ted Hughes como una carta abierta para congraciarse con el Gobierno. Eran amigos, y su dolor, genuino. En cuanto a las murmuraciones acerca de los otros posibles laureados, nada tenían que ver con el arte poético; más bien al contrario, pisoteaban la esencia misma de un cargo que se desempeña durante 10 años y por el que se reciben 1.250.000 pesetas anuales. Eso y una caja de vino, que en el caso de Hughes era jerez del más fino traído de España.
A sus opiniones políticas, en fin, tampoco piensa renunciar Motion. No sólo ha puntualizado que no se considera particularmente cercano al nuevo laborismo, sino que la idea misma de la república le parece digna de ser tenida en cuenta.
Herido por las críticas, tal vez las primeras que recibía fuera de los círculos literarios, el poeta ha arremetido también contra el propio Gobierno. Aunque a él se le pidió discreción, su nombre fue filtrado a la prensa una semana antes de lo previsto. Una vez superada la irritación inicial, el nuevo poeta laureado está listo para honrar sus tareas públicas. Escribirá una oda con motivo del enlace del príncipe Eduardo Windsor y Sophie Rhys-Jones, la última boda del siglo para la monarquía inglesa.
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