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Reportaje:

Comienza la función

Ring, ring... "Diga". "Mire, le llamo de parte de Joaquim Molins para transmitirle... bla bla bla". Ring, ring... "Diga". "Le llamo de parte de Joan Clos". Ring, ring... "Le llamo de parte de Jordi Pujol". ¡Oh! En las campañas electorales, los ciudadanos pasan con facilidad de la fascinación al hastío. Al final, hartos del bombardeo político, acaban depositando el espectro de la campaña personal -perífrasis de una perversión muy extendida- en el rincón oscuro del alma, donde se concitan el rencor y otros sentimientos refractarios respecto del Estado y de sus principales instituciones, los partidos políticos. Detrás del encargado de llamar, uno se imagina al candidato o, mejor dicho, a su ectoplasma -sea municipal, autonómico o europeo- tratando de aclarar las ideas del votante. Pues no; a los candidatos tampoco les satisface lo de la campaña personal, si hemos de creer la opinión vertida ayer, con matices, por parte de Pere Esteve (CiU), Josep Lluís Carod-Rovira (ERC), Josep Antoni Duran Lleida (UDC), Raimon Obiols (PSC), Rafael Ribó (IC) y Alberto Fernández Díaz (PP), reunidos ayer en un debate en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Los jefes de los partidos están mayoritariamente convencidos de que las campañas electores atraviesan una etapa de frontera entre la cultura tradicional del mitin y los carteles y la ciberpolítica del siglo XXI, dotada de mensajes por Internet y circos doctrinales a base de videoconferencias. Obiols caracteriza esta frontera con el término de "anomia", un espacio sin oposiciones ni contrarios en el que se confunden las ideas y los limites. "La anomia de los Balcanes", dijo el líder socialista a modo de ejemplo, "o , en general, aquellas situaciones en las que uno no sabe ya quiénes son los buenos y quiénes los malos". El candidato del PSC al Parlamento Europeo es partidario del circo político en los momentos electorales -"en tanto que ciudadano, me interesa que los partidos realicen montajes originales y simplifiquen sus mensajes a base de imágenes sugestivas"- y, al mismo tiempo, se manifiesta muy afecto a los nuevos retos semánticos, como la síntesis obligada de las informaciones televisivas o las enormes posibilidades que ofrece la comunicación. Su contrincante europeo de CiU, Pere Esteve, tampoco le hace ascos al circo, lo cual resulta lógico si se tiene en cuenta que los eslóganes publicitarios del nacionalismo político han llevado el sello del Gobierno catalán. A saber: elegiaco patriotismo -som i serem -, apología del laborioso pueblo catalán -anem per feina- , exégesis demográficas -som sis milions-, territorialidad supraestatal -un petit país dintre d"Europa-. No lo ve tan claro el republicano Carod-Rovira, altamente molesto por la financiación de las campañas, ya que cuando se habla de dinero, "a la taula d"en Bernat, qui no hi és no hi és comptat". Mucho menos Ribó, la única voz prudentemente crítica respecto a la hegemonía del circo, que además pide una revisión de la financiación de las campañas y de los partidos. El presidente de IC se siente tan internauta como Obiols, pero lamenta: "Mientras en la red encuentro la Universidad de Berkeley, en cambio nunca hallo información substancial del Gobierno catalán".

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