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Reportaje:

Una final de fútbol bajo vigilancia

Barcelona acoge a 70.000 hinchas del Manchester y el Bayern, que serán controlados por 5.500 agentes

Los primeros hinchas se empezaron a ver ayer por el centro de Barcelona. En grupos pequeños, como simples turistas si no fuera por los distintivos que explican su procedencia futbolística, empezaron a descubrir Barcelona, las plácidas callejuelas y plazoletas del Barri Gòtic, que alberga sólidos caserones e imponentes iglesias; el señorial paseo de Gràcia y los alrededores del Camp Nou, el estadio del Fútbol Club Barcelona que mañana, a la caída de la tarde, acogerá la gran final de la Liga de Campeones entre los ingleses del Manchester United y los alemanes del Bayern de Múnich.El FC Barcelona pidió y obtuvo de la UEFA la celebración de la gran final en su estadio, el más grande y uno de los más seguros de Europa, con la esperanza de que el Barça fuera uno de los finalistas y pudiera ganar su segunda Copa de Europa el año del centenario. En noviembre esta ilusión se desvaneció porque el equipo, al que le tocó medirse con el Manchester y el Bayern, no superó la primera fase. Pero casi desde aquel momento, el club, la ciudad, el Ayuntamiento y la policía empezaron a planificar la seguridad de un partido que infunde temor porque congregará al mayor número de espectadores de la historia europea de las finales de fútbol y generará el mayor desplazamiento de aficionados.

Una vez más, aunque sólo sea por unas horas, Barcelona concentrará las miradas de medio mundo: 200 televisiones emitirán el partido, y eso, en palabras de Albert Batlle, concejal socialista, "es un gran anuncio de promoción de la ciudad". Quedar desenfocados en él preocupa a Batlle, quien, ante el alud de hinchas que llegarán en avión, pide que el tráfico aéreo funcione lo mejor posible. "Nos jugamos la imagen del país y de la ciudad", argumenta.

Tras estos lógicos temores, está el de la violencia que genera una final de fútbol. Las circunstancias de estos días no tienen nada que ver con los tranquilos turistas que, en el ya lejano verano de 1992, desbordaron Barcelona para contemplar los que, se dijo, fueron los mejores Juegos Olímpicos de la historia moderna y que proyectaron una excelente imagen de la ciudad en todos los televisores del mundo. La breve visita de 70.000 hinchas se lo pondrán ahora más difícil a la ciudad y a la policía.

La combinación de alcohol fácil y barato y fútbol suele tener a la violencia como resultante. Para hacer frente a posibles actos violentos, un ejército de 5.500 policías y agentes privados de seguridad vela desde ayer para que todo discurra dentro de la normalidad. Se trata de 3.000 agentes del Cuerpo Nacional de Policía (1.200 antidisturbios, 70 jinetes, 40 guías caninos, entre otros, muchos de ellos desplazados de otros lugares de España); 1.200 de la Guardia Civil; 300 de los Mossos d"Esquadra, la policía autonómica; 500 agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, y 500 miembros de seguridad privada.

El principio del que parten los técnicos policiales es que las dos aficiones estén separadas el máximo tiempo posible. En el campo no se encontrarán, ya que los del Manchester ocuparán la zona del gol norte y los del Bayern, la del gol sur. Entre ambas aficiones habrá un amplio colchón de espectadores neutrales y las dos hinchadas estarán envueltas por cordones se seguridad de policía. Los forofos del equipo perdedor saldrán del campo los primeros y una hora después lo harán los ganadores.

Los 30.000 ingleses, que por la lógica que impone la geografía se desplazarán principalmente en avión, tienen destinado el aeropuerto de Girona, situado a 80 kilómetros al norte de Barcelona. Los alemanes aterrizarán en el de Reus, a 100 kilómetros al sur de Barcelona. En El Prat, los ingleses llegarán por las terminal A y B y los alemanes por la C, informan Gerard Bagué y Lali Cambra. Incluso, si por desgracia fuera necesario, las dos aficiones estarían separadas en los hospitales: los de Sant Joan de Déu y del Vall d"Hebron están reservados para el Manchester, y los de Príncipes de España y Cruz Roja de L"Hospitalet, para el Bayern.

El lugar de encuentro de las dos aficiones puede ser las calles de Barcelona y las de poblaciones como Lloret de Mar o Salou, que acogen a los miles de seguidores de ambos equipos que no han encontrado alojamiento en una ciudad que esta semana tiene los hoteles a reventar por la confluencia del Salón del Automóvil y el Gran Premio de España de fórmula 1. En estas poblaciones es donde el dispositivo policial es fortísimo para frenar la violencia y evitar que la imagen de Barcelona sea rota.

Mientras, la UEFA avisa ante la proliferación de listillos y estafadores. Se han descubierto entradas falsas y chapuceras. Son fáciles de reconocer porque en vez de "gradería" se ha escrito "grandería".

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