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Entrevista:

"Somos muy pesados, ése es nuestro secreto"

Detrás del mejor Mallorca de todos los tiempos, se alza un entrenador exigente y silencioso que entiende el fútbol como un ejercicio de solidaridad. Se llama Héctor Cúper, nació en Buenos Aires hace 43 años y posee una habilidad extraordinaria para armar de la nada equipos eficaces. Sin demasiada brillantez, pero complicadísimos de batir.Pregunta. Si cumple su amenaza , se queda solo mañana.

Respuesta. Evidentemente no me gustó la actitud del equipo, no estuvo centrado. No quería que la gente pensara en la final, pero resultó imposible. Está tan cerquita, tan pegadita, hace tantas cosquillas... Intenté estimular a los jugadores para que mantuvieran la mente apartada y fría, concentrados; pero no alcanzó. Ahora, si lo que ví el jueves influirá en la formación que saque ante el Lazio, ya no lo sé. Recibí datos, desde luego, y antes de tomar una decisión los pondré sobre la mesa.

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P. La gran ventaja del Mallorca para mañana es que se va a encontrar un Lazio cansado y roto en lo anímico, que perdió el sábado, a falta de una sola jornada, el liderato italiano.

R. Lo que le sucedió es duro. Pero hay otra lectura. Si jugamos a adivinar el pensamiento del Lazio, por qué no suponer que ahora que se le ha escapado la Liga lo va a poner todo en la Recopa.

P. ¿Que la final sea para casi todos los jugadores del Mallorca el episodio más importante de sus carreras es una ventaja o una desventaja?

R. Es bueno porque eso deja dentro de uno la magnitud y la trascendencia que tiene este partido. Y produce un entusiasmo beneficioso. Y es malo porque puede provocar cierta ansiedad, ciertos nervios. Pero lo prefiero. P. El Mallorca puede sentir el célebre miedo a ganar.

R. Eso lo quita la experiencia y no la tenemos. ¿Cómo hace alguien para meter experiencia a un jugador que no la tiene, que nunca ha jugado una final? ¿Quitándole responsabilidad? Yo creo que no. La responsabilidad, si se sabe manejar, es buena.

P. ¿Ganar la Recopa daría para que por una vez se dejara llevar por esa vanidad de la que huye?

R. El éxito realmente no me produce vanidad. Y cuando me siento tentado por ella, mi autodefensa es pensar en los momentos difíciles, en lo que he sufrido. Eso me pone en órbita otra vez y me equilibra para seguir por el camino del sentido común.

P. Gane o pierda la final, su mérito en el Mallorca es indiscutible. ¿No le entran ganas de probarse, de medir si es capaz de triunfar en un equipo grande?

R. La vida, para mí, es un permanente desafío. El día que algo me tire para atrás, que me conforme, comenzará mi involución como entrenador y como ser humano. Si algún día me pusiese el freno, me costaría mucho volver a recuperar mi nivel. A mí no me asustan los desafíos. Así llevo desde los 16 años. Así que si aparece algo mejor, ningún problema.

P. ¿Qué es su Mallorca?

R. Un equipo, con todo lo que esa palabra significa, donde todo el mundo tira hacia el mismo lado y deja los asuntos personales en un segundo plano.

P. Y donde no caben las estrellas, se supone, por su egoísmo innato. ¿Es una plantilla rebajada a propósito?

R. Es que si una superestrella tiene egoísmo contrarresta las posibilidades del grupo y, por tanto, para mí deja der serlo. Además, nadie puede sentirse por encima del grupo. Para mí, el equipo está por encima de todo, del entrenador, del presidente y de los jugadores.

P. ¿Por eso logró salir ileso el Mallorca en verano de la pérdida de seis titulares?

R. No sólo por eso. Se fueron jugadores, pero se quedó una base. Y eso facilitó la adaptación de los recién llegados. Como en lo futbolístico también se acertó, no sólo salió ileso el Mallorca, mejoró.

P. ¿Cómo se logra que el Mallorca, sus jugadores, parezcan más de lo que realmente son?

R. Mi responsabilidad es sacar el máximo de todos ellos. Pero que un jugador antes parezca esto y luego esto otro no es virtud mía, sino del rendimiento de un equipo. Un jugador se valoriza si el equipo es valorizado. Si un equipo rinde, produce miradas más atentas y llegan las convocatorias para la selección, las ofertas. Y hay más: un jugador siempre debe tener algo que demostrar. Este equipo ha tenido y tiene la voluntad interna de progresar, de alcanzar metas, de mejorar lo que se ha hecho. Es un contagio de grupo que beneficia al individuo. Y si uno no se deja contagiar de esa autoexigencia permanente, se margina solo.

P. ¿Por qué con un fútbol aparentemente tan simple, el Mallorca es tan difícil de interpretar por los rivales?

R. Si contestara daría ventajas, y no. Resumiendo, por una voluntad de persistencia inagotable. Acá lo llaman machacar. Somos muy pesados, ése es el secreto. Por ahí no sale algo y el Mallorca sigue y sigue. La concentración y el persistir nos da una personalidad férrea. No doy más pistas.

P. El Mallorca desmiente a diario la verdad futbolística según la cual la clave de un partido está en la posesión de la pelota. Es un equipo que se siente extraordinariamente cómodo sin ella.

R. Tener la pelota no es tener el control del partido. Y yo lo que quiero es el control del partido. Que el rival tenga la pelota, dependiendo de en qué lugares, no me preocupa. Por otro lado, analizo al Mallorca y deduzco que nos faltan elementos técnicos para controlar el juego desde la posesión de la pelota. Es factible que tener la pelota se convierta un riesgo. Es un asunto complicado, pero se resume así: uno puede tener el control del partido sin tener la pelota. Pero no siempre, depende también del rival.

P. El peaje de esta teoría es que se sacrifica la vistosidad.

R. Es que a mí lo que me atrae es la efectividad. Para ser atractivo y efectivo a la vez hay que disponer de una plantilla de 8.000 o 9.000 millones.

P. Por eso suele sacar tanto rendimiento de un simple gol.

R. Si destacamos en concentración, presión y buena defensa, pues hacemos un gol y se acabó. Afloran entonces las virtudes para defender ese gol. Pero hay que hacer ese gol, ¿eh?

P. Ofensivamente, el Mallorca es un equipo vencido hacia la izquierda. Eso le da a su equipo un matiz previsible que misteriosamente no aprovechan sus rivales.

R. En la izquierda tenemos a Stankovic y hay que aprovechar su velocidad, sus uno contra uno y sus centros. La otra banda la explotamos para otras cosas. Y sí, el rival puede ver por dónde entra el Mallorca, pero es que la individualidad rompe los esquemas. Los jugadores están por encima de las estrategias, de los movimientos y de la presión.

P. El Mallorca da prioridad a lo defensivo, al orden, pero su dibujo contradice este talante: un solo pivote, cuatro jugadores netamente ofensivos...

R. No hay que añadir nada más. Es un equilibrio, para adelante y para atrás. Pero incluso cuando uno va hacia adelante, debe construir un equipo para defender bien. El cómo es donde está la diferencia. Unos retroceden, otros presionan arriba, otros tiran el fuera de juego... Nosotros atacamos con mucho y defendemos con todo.

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