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CRISIS EN RUSIA

Chechenia, la herida abierta

La herida causada por la guerra de Chechenia sigue abierta. Lo demuestra la votación de ayer en la Duma estatal: 283 diputados consideraron que el presidente Borís Yeltsin cometió un crimen al desencadenarla. Lo demuestran también las acciones del primer ministro en funciones, Serguéi Stepashin, quien a fines de abril, como responsable de Interior, ordenó cerrar la frontera con Chechenia, donde los secuestros se han convertido en un lucrativo negocio. Baste decir que el general Guennadi Shpigún, representante de Interior en Grozni, fue secuestrado a principios de marzo y todavía no ha sido liberado. Por último, lo demuestran los cientos de cadáveres de soldados rusos que todavía esperan en Rostov, en vagones refrigeradores, a ser identificados, así como los miles de mutilados y enfermos psíquicos que dejó esa guerra.A fines de 1994, el entorno de Yeltsin estaba alarmado por la previsible derrota en las elecciones parlamentarias y por la caída en picado de la popularidad de Yeltsin. Un grupo de sus allegados le convenció de que la guerra sería un rápido paseo y que le serviría para recuperar la popularidad.

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El resultado fue desastroso: el total de víctimas mortales oscila entre 80.000 y 100.000 civiles y unos 4.000 soldados, a los que hay que agregar más de 2.000 militares desaparecidos (uniformados heridos hubo cerca de 18.000). Los rusos fueron derrotados y el Kremlin tuvo que firmar un acuerdo con Grozni que consagra la independencia de facto de Chechenia.

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