Quaranta sorprende a los "sprinters" más famosos
Los equipos españoles se dejaron ver en el único puerto del día
El rey león Mario Cipollini ya disfrutaba anticipadamente de su 22ª victoria de etapa en el Giro; Il bello Mario ya se deleitaba pensando en cómo le quedaría la "maglia" rosa quizás con un culotte también rosa, o algo similar; el tren Saeco, el encargado de llevar puntualmente al sprinter más espectacular funcionaba a toda máquina; en la locomotora aún marchaban Fagnini y Savoldelli, dos de los más fieles, una vez agotados Calcaterra y Petito. Todos, pues, marchaba a la perfección. Faltaba menos de un kilómetro. ¿Quién podía impedir la victoria número 134 de la carrera de Cipollini? Él mismo. De repente, a 70 por hora, a 800 metros de la meta, Cipollini se descuelga, entre la rueda de Savoldelli y la suya se meten cinco, no, diez, corredores más, enemigos. Entre ellos el holandés Blijlevens y el italiano Quaranta. Un viejo duro de pelar y un joven con agallas. Algo le pasa a Cipollini. Sin embargo, el hombre más rápido no se abandona. En un esfuerzo supremo vuelve a entrar en la pelea. Demasiado tarde. Quaranta y Blijlevens ya han cruzado la línea de meta cuando el toscano da su último golpe de riñones.Quaranta (24 años, Mobilvetta) es un sprinter de Crema, de la escuela de Adriano Baffi. Formado en la pista (fue campeón mundial júnior de velocidad en 1992), ha sabido adquirir fondo y capacidad para superar la media montaña en sus cuatro años de profesional, aunque la explosión se ha producido éste. La de ayer fue su sexta victoria de la temporada, aunque sólo la de los Tres Días de La Panne fue de gran valor por el nivel de los rivales a quienes derrotó. Lo de ayer ya es un paso superior. Un golpe que frustró, además, en toda regla, todo el trabajo del Saeco en una etapa muy complicada, "insidiosa", que dicen los italianos.
1º
Quaranta, 4h38m51s. 2º. Blijlevens, mt. 3º. Cipollini, mt. 4º. Trenti, mt. 5º. Vainsteins, mt. 9º. Edo, mt.
Corrida a ritmo muy lento en su comienzo, la marcha se animó de forma intensa en la zona de emboscadas, nada más pasar el Intergiro, nada más comenzar el puerto de segunda en un repecho empedrado. Allí todos los equipos españoles estaban avisados por sus exploradores (miembros del equipo que viajan por delante para informar del recorrido), allí todos se dejaron ver. El ONCE envió atacando a Peron y Zarrabeitia; el Kelme a Sevilla y Cabello; el Banesto, a Peña, y el Vitalicio a Zintchenko. Fue el ruso, el mismo que ganó fugado tres etapas en la última Vuelta, quien más perseveró. Anduvo solo. Forzó a trabajar al Saeco. El equipo de Cipollini hizo lo más fatigoso bajo el ardiente sol siciliano. Así enfilaron a todo el pelotón. Todo parecía decidido. Cipollini ya anticipaba su 23ª victoria de etapa...
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