Un cuento tenebroso de Edgar Allan Poe
Tenía 10 años Jorge Dayas (Orihuela, 1962) cuando vio una producción de dibujos animados de la UPA -grupo de animadores escindidos de la Walt Disney- que le impresionó. Se trataba de una adaptación del cuento de Edgar Allan Poe El corazón delator. Años después tuvo ocasión de conocer mejor a este escritor cuando, siendo un adolescente, se leyó todos sus cuentos. Paralelamente iba desarrollando una afición, la pintura, en estrecha relación con el cine. En 1985 comenzó a realizar varios cortos de dibujos animados en super-8, un formato amateur, con la peculiaridad de que todas las imágenes estaban pintadas por él. Su afición por los cuentos de Poe, los dibujos y el cine confluyeron en William Wilson, uno de los relatos más endiabladamente geniales del autor de La caída de la casa Usher. Poe consiguió con este relato una historia estremecedora sobre uno de los temores primigenios del hombre: la existencia del doble. Esta fantasía se resume en que cada persona tiene un doble que lo complementa y saca a la luz sus aspectos más ocultos. Escritores como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar fueron devotos del cuento de Poe. En un primer momento iba a tratarse de otro corto más en super-8, pero una vez que tuvo los primeros dibujos terminados se animó a hacerlo en 35 mm, un formato profesional con el que podía participar en más festivales de cine, conseguir una mejor calidad y, además, que pudiera proyectarse en las salas de exhibición, como ocurrió anoche en los multicines Avenida de Sevilla, un lugar habitual para presentaciones de cortos andaluces. Uno de los aspectos más destacados de William Wilson es el hecho de que los 3.000 dibujos, que ocupan la pantalla durante 10 minutos, han sido dibujados por una única persona, algo nada habitual en el cine de animación. Además de ser el animador, Jorge Dayas lo ha dirigido, financiado íntegramente de su bolsillo -dos millones de pesetas- y ha realizado la adaptación junto a Lidia Paniego. Claro que para poder verlo terminado ha debido esperar mucho tiempo, más de cinco años, durante los cuales ha ido plasmando en el acetato cada una de las imágenes, coloreándolas a continuación. Por cada dibujo ha empleado una media de dos horas. "Al principio era como una afición, pero luego me puse una fecha para terminarlo y la verdad es que he acabado muy harto". Si en lugar de recurrir a la animación clásica y tradicional de los dibujos en acetatos, hubiera empleado las nuevas tecnologías que proporciona el ordenador para colorear, habría tardado la mitad del tiempo en tener terminado el corto, tal como el mismo reconoce. "Cuando empecé con este proyecto no estaban tan al alcance de la mano estos programas, pero tengo muy claro que en el próximo pienso recurrir a estos avances técnicos". Jorge Dayas se declara totalmente autodidacta en el cine de animación y en la propia pintura, no así con el cine, pues se licenció en ciencias de la imagen por la Universidad Complutense de Madrid y en la actualidad trabaja en el departamento de producción del programa Los Reporteros de Canal Sur Televisión. Ahora, después de tantos años de trabajo en solitario, sólo queda verlo. A partir de mañana se proyectará regularmente en el cine Avenida. Su única queja es que el Ministerio de Cultura le ha concedido la autorización para mayores de 13 años, cuando él considera que un niño de 10 años podría entenderlo perfectamente, tan bien como él comprendió la angustia del protagonista de El corazón delator cuando quedó impresionado por este corto de dibujos animados.
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