Ha nacido una estrella
El docusoap (invento anglosajón, mezcla de documental y soap opera, o culebrón) parece haber llegado a España para quedarse. La cosa empezó en TV-3 con Bellvitge Hospital y ahora es el periodista Toni Esteve quien la pone en marcha a escala nacional con Vidas paralelas, que TVE-1 emite la noche de los jueves. La base del docusoap es aplicar a la realidad un tratamiento de ficción, consiguiendo que el espectador se interese por la peripecia vital de unas personas que le son muy cercanas. Es lo que logra a ratos, Vidas paralelas, fragmentario culebrón de lo cotidiano que tal vez debería prescindir de un par de elementos: la coplilla del grupo Siempre Así y una ominosa voz en off que no viene muy a cuento, ya que los personajes se bastan y se sobran para dar información.
El interés de Vidas paralelas dependerá de sus protagonistas. De momento, la cosa funciona al 50%: ni las actividades del grupo de bomberos ni las de una pareja que prepara su boda ofrecen demasiados alicientes; por el contrario, el matrimonio maduro que va a concursos de bailes de salón y se pasa el día a la greña está francamente bien; y el obeso ciudadano de Portugalete que no encuentra trabajo ni novia y se tira las noches delante del televisor, comiendo ganchitos, mientras su madre le comenta la prensa del corazón, se revela como una auténtica estrella.
Y es que, humanamente, tanto los bomberos como los novios parecen gente estupenda, pero les falta ese punto de delirio extravagante que le impide a uno cambiar de canal cuando la pareja de baile ataca con su enésima pelea a lo Juanito Valderrama y Dolores Abril o cuando el orondo vasco se abalanza sobre su pincho de tortilla a los gritos de "¡Ni pan ni hostias!".
El caballero de Portugalete es la mejor baza hasta el momento de Vidas paralelas. Las conversaciones con su madre dan sopas con ondas a las páginas más brutales de Rafael Azcona o Pedro Almodóvar; y lo mismo puede decirse del momento en que los dos comentan la retransmisión televisiva del concurso de Miss España.
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