Mantilla encuentra su momento
Félix superó a Alami en la final y vivió en Barcelona uno de los días más felices de su vida
El mejor momento en la vida deportiva de Félix Mantilla llegó ayer en Barcelona. La mayor parte de sus éxitos habían pasado relativamente inadvertidos hasta esta semana, eclipsados casi siempre por otros acontecimientos de calibre superior que impedían la divulgación que merecían. Sin embargo, esta semana fue la suya. Mantilla eliminó en cuartos de final a Carles Moyà, segundo jugador mundial, y ganó ayer el Open Seat-Godó en Barcelona, ante un público que llenó la pista hasta los topes, ante su familia y sus amigos, y recibió el homenaje que durante tantos años había andado buscando. Mantilla (19º mundial) se impuso en la final al marroquí Karim Alami (83º) por 7-6 (7-2), 6-3, 6-3 en 2 horas y 15 minutos, y pudo descubrir que también él es un jugador querido por la gran familia del tenis español. Su alegría al final del partido, el abrazo que dio a Jordi Vilaró, su entrenador, y a Ernesto Lapiedra, su preparador físico, fueron compartidos por los 6.000 espectadores que llenaban la pista central del RCT Barcelona.
"Es un sueño estar ahora aquí con todos vosotros", explicó Félix, aún con cierta emoción en la voz, por los altavoces de pista, minutos después de que la infanta Cristina le entregara el trofeo de campeón del Godó. "Gracias a todos, sois los mejores".
Esta vez no hubo ningún eclipse. Nadie ni nada pudo apagar el brillo de su victoria. Mantilla fue el mejor en el torneo que todos los españoles sueñan con ganar algún día. Y su imagen de tenista aguerrido, luchador y de calidad sobresalió por encima de otros jugadores de la armada que han volado más alto, pero que esta vez se estrellaron en sus propios problemas.
"Hay muchas cosas por reivindicar", explicó. "No sólo hay dos jugadores [en referencia a Corretja y Moyà] en el tenis español. Estamos muchos otros, como Albert Costa, yo mismo, Alberto Berasategui, y Pato Clavet, cuya trayectoria tiene un mérito increíble. Pero no soy rencoroso".
El nombre de Mantilla no surgió con la fuerza debida cuando en 1997 ganó cinco torneos consecutivos, ni cuando llegó a los cuartos de final del Open de Australia aquel mismo año (Moyà fue finalista), ni el año pasado cuando perdió en las semifinales de Roland Garros (Moyà y Corretja disputaron la final). Ni siquiera su victoria sobre Sampras hace unas semanas en Cayo Vizcaíno llegó en un buen momento, porque Moyà estrenaba su liderato mundial.
Pero ayer era el día de Mantilla y, como de costumbre, él no falló en la cita. Realizó un partido memorable, salvó toda la presión atesorada durante la semana, no le afectó jugar en casa y ante un rival asequible, y ganó el Godó. Fue el mejor regalo y, por fin, le llegó en el momento adecuado.
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