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Reportaje:

La feria del buen vivir

El arte del yantar y las más variadas delicias culinarias de dan cita en el Pabellón de Cristal

El paladar es el rey. Todo un mundo de lujo en el que se ofrecen más de 5.000 productos diferentes concentrados en unos 600 puestos distribuidos en 10.000 metros cuadrados, formando el Gotha más selecto en cuanto a alimentos, vinos y destilados de España y el extranjero. Esta particular sangre azul corría a mares por los pasillos del XIII Salón Internacional del Club de Gourmets, que desde el viernes 16 es punto de cita de las más refinadas delicatessen y que mañana se abre al público no profesional. Lo más exquisitos foies, ahumados, cavas, conservas, cavas, oportos, brandies de Jerez, chocolates monovarietales (elaborados con un solo tipo de cacao), conservas de primera línea... Todo un universo en el que dar rienda suelta a la gula y un sueño para sibaritas, que este año ha contado con novedades como unos aceites de primera prensada aromatizados con albahaca o tomillo, o, también, unas espectaculares huevas de langosta, arenque y anchoa que se presentaban como primicia.

El pabellón de la Comunidad de Madrid ofrece su típico anís de Chinchón, ajos o sus aceitunas de Campo Real. Sin ningún complejo se exhiben platos tradicionales tan sencillos como la vida misma, pero de primera calidad, como los callos, o deliciosos guisos de garbanzos o judías debidamente envasados. Entre ellos, unos caracoles con conejo precocinados que se conservan hasta 90 días fuera de la nevera.

Lo más granado de la enología nacional se materializa con la presencia de más de 350 bodegas para presentar sus vinos estrella, entre ellos, varios cavas que diversas bodegas catalanas han elaborado especialmente para el 2000. Espumosos de élite para el siguiente milenio cuya efervescencia se puede comparar con la afluencia de público que este año ha batido récords, con 40.000 profesionales, según fuentes auditadas. El Túnel del Vino, donde cada visitante armado con su propia copa puede degustar vinos elaborados con una sola variedad de uva, fue uno de los lugares que más aceptación tuvieron. Junto a esto, una espectacular puesta en escena con algunos puestos dedicados a todo aquello que acompaña una buena comida, como vajillas de la más pura porcelana, cristalerías de Baccarat o copas específicas para cada tipo de vino, según la uva con que se ha elaborado.

Paralelamente a esta feria se celebran diversos actos en torno al acto de comer y beber. Con un carácter lúdico y festivo se presentó el Distintivo de Restaurantes Centenarios, en los que Madrid tiene una importante participación con Lhardy, Botín o Ciriaco, tres establecimientos que llevan más de cien años dando de comer a sus respectivos parroquianos.

Otros tendrían que haberse puesto cotas de malla, algo que hacen habitualmente algunos cortadores de jamón para evitar daños. En esta ocasión no hizo falta porque eran grandes expertos los que manejaban el cuchillo jamonero con destreza, todos ellos participantes en el concurso de Cortadores de Jamón que diseccionaron con sabiduría las patas de ibérico. El ganador resultó ser Laureano Yeguas Yeguas, del madrileño restaurante El Molino.

El humo de los mejores cigarros cegaba los ojos de los asistentes en una mesa redonda que versaba sobre la pregunta "¿Qué se fumará en el 2000?". Los ponentes llegaron a la conclusión de que el mercado de puros está en auge y tiene una larga vida. Un exquisito reducto que puso el broche de oro de la jornada de ayer en un largo sendero hacia el lujo.

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XIII Salón del Club de Gourmets. Casa de Campo. Pabellón de Cristal. Metro Lago. Hasta el 19 de abril. Sólo el lunes 19 de abril abierto al público no profesional. Precio de entrada: 4.000 pesetas. Prohibida la entrada a menores de 16 años.

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