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El trazado del AVE será definitivo en septiembre para que las obras se inicien en el año 2000

El trazado del tren de alta velocidad entre Valencia y Madrid será definitivo en septiembre para que las obras se inicien en el año 2000, según el texto del protocolo de cooperación que firmarán hoy Eduardo Zaplana, Alberto Ruiz-Gallardón y José Bono, presidentes de la Comunidad Valenciana, de Madrid y de Castilla-La Mancha, respectivamente. El documento persigue "minorar los plazos de puesta en servicio" del tren de alta velocidad y apuesta por un trazado "óptimo a la vista de las políticas de desarrollo territorial y protección medioambiental" de las tres comunidades.

El acuerdo que firmarán hoy los tres presidentes autonómicos recoge su "compromiso irrenunciable de impulsar", dentro del ámbito de sus respectivos territorios de influencia, la implantación de un sistema ferroviario "con un nivel de prestaciones completamente análogas a las que funcionan entre Madrid y Sevilla y las que unirán Madrid y Barcelona". El texto aboga por despejar los procesos administrativos para que "las obras puedan comenzar durante el año 2000". Para ello, los tres presidentes se comprometen a concluir los estudios correspondientes lo antes posible para que "la totalidad del trazado" pueda publicarse "en el mes de septiembre de 1999". El protocolo compromete a las tres comunidades a elaborar un "estudio relativo a las fórmulas de gestión de la nueva infraestructura" y apuesta por "propiciar la buena marcha del proceso" durante la ejecución de las obras. José Bono, presidente de Castilla-La Mancha, ha optado por sumarse al acuerdo que firmaron Zaplana y Ruiz-Gallardón el pasado mes de noviembre para evitar un foco de conflicto potencial durante la campaña para las elecciones autonómicas del próximo mes de junio. Pero salva un segundo escollo político al dilatar hasta el próximo mes de septiembre el trazado sobre territorio de Castilla-La Mancha al evitar definirse en estos momentos sobre la posibilidad de que el tren tenga parada en Cuenca o en Albacete. Bono ha comentado que espera que el futuro tren tenga dos paradas en Castilla-La Mancha, del mismo modo que el AVE entre Madrid y Sevilla tiene sendas estaciones en Puertollano y Ciudad Real. Declaración voluntarista El delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Carlos Moro, hizo ayer unas declaraciones voluntaristas sobre la posibilidad de que el tren de alta velocidad tenga paradas tanto en Cuenca como en Albacete, una opción que resulta técnicamente muy complicada. Fuentes de la Generalitat consideran que el trazado más probable discurre por el sur de la provincia de Cuenca para evitar obras de un enorme impacto ambiental, de acuerdo con la letra del protocolo que se firmará hoy. Lo previsible es que el tren tenga parada en Albacete y que el trazado se desvíe en dos ramales, uno hacia Valencia y otro hacia Alicante, en la ciudad manchega o en un punto ligeramente anterior del recorrido. Bono también ha reiterado que las obras las debería costear el Ministerio de Fomento y ha rechazado aportar fondos de las arcas de Castilla-La Mancha. La fórmula pactada por los tres presidentes autonómicos alude a la "gestión conjunta" de la nueva infraestructura y no menciona en ningún caso la financiación del proyecto. Pero fuentes de la Generalitat consideran que participar en la gestión conjunta del futuro tren de alta velocidad supone también cooperar en la financiación previa. Tal vez no se exija a Bono la subvención directa, pero sí la cooperación a la hora de reunir los fondos necesarios para ejecutar las obras de una infraestructura cuyo coste estimado ronda los 400.000 millones de pesetas, en ausencia del proyecto que recoja el trazado definitivo en las tres comunidades. Sin incertidumbres Al margen de la definición del proyecto, fuentes de la Generalitat consideran clave la implicación de la Comunidad de Castilla-La Mancha en el proyecto desde sus orígenes. El debate sobre el trazado quedará en un segundo plano una vez que Bono se haya sumado a la iniciativa y evitará problemas políticos posteriores como los surgidos en torno a la autovía entre Valencia y Madrid. La ausencia de incertidumbres de calado, más allá de las estrictamente técnicas, animará la entrada de capital privado, según las mismas fuentes.

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