Sopor en el Tartiere
Oviedo y Athletic jugaron al patadón y se olvidaron del fútbol
El punto de tensión que le dieron al partido las hinchadas de ambos equipos, sorprendentemente mezcladas en los graderíos del Carlos Tartiere, se descosió a medida que el Oviedo y el Athletic fueron invitando a todos a bostezar. Casi todo el partido fue una concienzuda y muy bien planificada agresión al manual del buen gusto; una suerte de sudores baldíos, correrías voluntariosas, balonazos a ninguna parte e invocaciones al músculo. Y lo que más hubo fueron interrupciones.En ausencia de fútbol, ambos equipos exhibieron una precisa maquinaria para parar el partido cada pocos segundos, siempre con la complacencia del silbato del árbitro. El partido cayó hacia el sopor, empujado por esa condenable obsesión de cada uno por quitarle el balón al contrario sin ocuparse luego de qué hacer con él. Es la sutil diferencia que media entre robar balones o cuidarse de no perderlos. En esa guerra mal entendida, jugadores como Guerrero y Dubovsky están condenados a verlas venir. Dubovsky, que salió del campo en el segundo tiempo en medio de una bronca, al menos tuvo opción a fabricar el único miligramo de fútbol del Oviedo en todo el partido: un recorte en la esquina izquierda y un centro milimetrado que Dely Valdés cabeceó al cuerpo de Imanol, en posición inmejorable.
OVIEDO 0
ATHLETIC DE BILBAO 0Oviedo: Esteban; Manel, Bango, Onopko, Rabarivony (Moller, m. 59); Eskurza, Nadj, Paulo Bento, Iván Ania (Jaime, m. 59); Dubovsky (Keita, m. 76) y Dely Valdés. Athletic de Bilbao: Imanol; Lacruz, Ríos, Ferreira, Felipe; Guerrero, Urrutia, Alkiza (Lasa, m. 93), Esquerro; Etxeberría (Javi González, m. 46) y Urzáiz. Árbitro: Esquinas Torres, mostró tarjeta amarilla a Rabarivony, Dubovsky, Paulo Bento y Urrutia. Unos 10.000 espectadores, con abundante presencia de aficionados bilbaínos. Estadio Carlos Tartiere.
El Athletic, que fue una nulidad en el primer tiempo, arrancó en el segundo con Javi González en lugar de Etxeberría e hizo algún que otro alarde, como el que puso a Esquerro a las puertas del gol, en un servicio de Urzáiz, o un golpe franco ejecutado por Alkiza.
En medio de la nada absoluta, el Athletic terminó identificándose y formando parte activa de ella; el inevitable empate a cero se consumó.
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