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Domingo de ramos

JOSEP TORRENT El mismo día en que Ciprià Ciscar y Josep Borrell intentaban convencer a Carmen Alborch para que se sacrificase en el altar del socialismo valenciano, los seguidores de Antoni Asunción salían en tromba a postular la candidatura del ex ministro del Interior a la presidencia de la Generalitat, convirtiendo el martes de pasión en una suerte de Domingo de Ramos en el que las "masas" asuncionistas salían a la calle gritando hosannas y aleluyas al nuevo redentor, al Mesías que les puede dar la salvación eterna. La ofensiva del asuncionismo y de Izquierda Socialista era aún más notable por contraste con la prudencia que exhibía Antoni Asunción, a pesar de la ubicuidad mediática que demostró en esa misma fecha. El precandidato se limitó a "ofrecerse" al partido y a cantar las excelencias de la ex ministra de Cultura, aguantándose las ganas de postularse directamente. Una buena lección para tanto hincha callejero y oportunista. Mientras todo eso ocurría en el entorno del ex ministro, en la ejecutiva federal y en la sufrida base se celebraban novenas, triduos y se rezaban letanías para que la ex ministra diera por fin su brazo a torcer y aceptara venirse al Kosovo valenciano después de haber renunciado a un espléndido y tranquilo despacho en Bruselas y Estrasburgo. Si las plegarias sirven y si Alborch comprueba que algunos de sus compañeros no van a realizarle una envolvente similar a la que sufrió en Valencia cuando anunció su candidatura a las primarias, la ex ministra bien podría decidirse con Asunción de número dos. Un cartel que ha puesto en alerta a los populares que, a estas alturas, no saben si la crisis del PSPV les ha beneficiado, les ha dejado como estaban o les ha perjudicado, aunque esto último no parece lo más probable. De momento el paisaje del PSPV es de lo más peculiar con una precandidata sin especial entusiasmo, otro que disimula, pero al que le gustaría volver a la arena y volver en serio y un sector renovador que para hacer justicia a su etiqueta designa a Josep Sanus como su referente. Un político del que todo el mundo sabe que no es partidario de acumular cargos ni de perpetuarse en los mismos. Qué paisaje y qué paisanaje.

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