"La piel quemada" vuelve a exhibirse 30 años después de su estreno
No suele ser habitual que un filme español conozca los honores del reestreno, sobre todo ahora, con unas carteleras que consumen vorazmente decenas de títulos por mes. Cuando esto ocurre con un filme catalán, la cosa tiene ribetes de milagro. ¿Cuál es la clave que permite explicar por qué ahora, 31 años después de su estreno, La piel quemada, el mejor título de la filmografía del director y productor Josep Maria Forn, conoce los honores de un regreso entre el público? Para explicar este extraño fenómeno, y como prólogo de su reposición, hoy, en los cines Méliès de Barcelona, se dieron cita ayer en los locales de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) Forn; el dueño de los Méliès, el también cineasta Carles Balagué; el crítico Lluís Bonet y el escritor Francesc Candel. A juicio de Forn, no hay duda: tras pedir perdón por lo que se podría interpretar como una falta de modestia, confesó que desde hace 30 años, La piel quemada ha seguido viva. "No hay mes en que no me la pidan para pases en cine-clubes, universidades, televisiones; incluso algún candidato electoral, como Rodríguez de la Borbolla, la utilizó como reclamo propagandístico para las elecciones andaluzas, hace algunos años", dijo. Por su parte, Candel -autor del emblemático ensayo Els altres catalans, que en 1964 intentó dar cuenta de esa tercera gran oleada emigratoria que hizo de Cataluña la novena provincia andaluza- confesó que su destino parece atado al del filme: "Es la película que más veces he visto en mi vida; me parece incluso que la he visto más que su director. Y es que durante años, gracias a mi libro y a la fama de experto en emigración que me endilgaron, me tocó hablar de ella centenares de veces. Y constato que lo que cuenta, en el fondo, no se diferencia mucho de lo que ocurre ahora con otra emigración, más compleja, la de los magrebíes", reconoció. Sociedad mestiza En opinión de Bonet, la cosa está clara: La piel quemada es no sólo uno de los mejores filmes de la historia del cine catalán, sino también una crónica impecable, cargada de una modernidad sorprendente: "Su mezcla de documental social e historia de ficción, sus postulados de filme progresista pero al tiempo abierto, su impronta bilingüe, nos hablan de una sociedad inevitablemente mestiza, de la que el filme es brillante testimonio. Es simplemente la verdad sobre la emigración andaluza en la Cataluña de los años sesenta". Protagonizada por Antonio Iranzo en el papel del campesino andaluz que viene a Cataluña para terminar como obrero de la construcción en la Costa Brava, y acompañado por Silvia Solar, Marta May y Carlos Otero, el filme, en un impecable blanco y negro obra del hoy retirado operador Ricardo Albiñana, La piel quemada tuvo, como casi todas las películas del periodo, problemas con la censura, motivados no por su enfoque social, sino por la turbadora presencia de Silvia Solar en algunos momentos que el director se vio obligado a cortar y que hoy, desgraciadamente, se han perdido.
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