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Reportaje:

En el fondo de un volcán tranquilo

Los pueblos del Valle de Ollo, que a 22 kilómetros al noroeste de la capital navarra se sitúan en la divisoria entre la comarca de Pamplona y las estribaciones de la sierra estellesa de Andía, están asentados en lo que parece el fondo de un volcán apagado. Val de Ollo queda rodeado, cerrado y protegido por un elevado y repentino cinturón de montañas. La entrada al valle, llegando a él desde Irurzun o desde la periferia pamplonesa, se hace por los desfiladeros que las aguas han ido abriendo para ir a desembocar a río Arakil. Agua es lo que sobra en el paraje, desagüe natural de la sierra de Andía. En el fondo del valle se encuentra el manantial de Arteta, que hasta hace unos pocos años abastecía a Pamplona. Hace algunos años más, ya muchos, los de valle tenían a orgullo decir que su manantial daba como para abastecer a una ciudad de las dimensiones de Barcelona. Pese a la cercanía de la capital, Ollo no ha sufrido en los últimos decenios las transformaciones paisajísticas de otros lugares de la comarca pamplonesa, transfigurados con edificaciones de nueva planta y urbanizaciones modernas. Es como si para llegar al fondo del volcán hubiera que salvar una distancia que no sólo se mide en kilómetros. Los desfiladeros que dan acceso al valle parecen sentar una distancia de tiempo que no ha sido usual recorrer para fijar allí una segunda residencia. La consecuencia de esa distancia, y del aislamiento que de ella se deriva, es que los pueblos de Val de Ollo, por más que se hayan reformado casas y mejorado los servicios, presentan un aspecto no muy distinto al que pudieron mostrar en el pasado. El volcán, claro está, no es un volcán. Es un diapiro, una profunda hondonada inscrita en un amplio círculo de montañas rocosas que se elevan súbitamente -en algunos tramos en forma de paredes verticales- desde los 500 metros, la altitud media del valle, hasta cotas próximas a los 1.200 metros (cumbres de Chargáin, Churregui, Saldise). Semejante hondonada, abierta por la erosión, fue posible gracias a los estratos de yesos, arcillas y sobre todo sales que están en la base del terreno. Durante milenios el agua fue disolviendo las sales del subsuelo, que emergen al exterior tal como aún puede verse en las salinas de Arteta, llamadas en el valle "saleras". Desde la carretera al nacedero de Arteta, que se toma en el pueblo de Ulzurrun (donde es preferible dejar los vehículos), se ven las eras en las que va quedando la sal que brota del manantial de agua salada próximo al nacedero. El proceso de extracción de la sal es por evaporación del agua, razón por la que las saleras sólo entran en actividad durante los meses de verano. Con las lluvias, que son abundantes, la sal precipitada vuelve a disolverse y se pierde en el caudal del Udarbe, río que atraviesa y drena el valle.Pese a las lluvias, las temperaturas son agradables, permiten los cultivos de forrajes y cereales y hacen posible que los pueblos del lugar vivan de la ganadería (caballos y vacas pirenaicas). El nacedero de Arteta brota directamente de las rocas, tiene un caudal medio de unos 3.000 litros por segundo y en épocas de crecida alcanza los 20.000. El de Arteta, como los nacederos de Riezu, Ubagua o Urederra, que al igual que él son desagües naturales de las sierras de Urbasa y Andía, se halla en el punto donde las calizas esponjosas se encuentran con los substratos impermeables del terreno que forman embalses subterráneo. A Arteta no sólo va a parar el agua que se precipita desde las mesetas superiores del Valle de Goñi; también van a dar al nacedero todas las filtraciones de la ladera sur de Andía. Se puede decir que el nacedero de Arteta está en una tierra de nadie donde la merindad de Pamplona se encuentra con la de Estella (a la que pertenecen la sierra de Andía y el vecino Valle de Goñi). Ese carácter fronterizo, junto a su clima, cultivos y paisaje, hace difícil decir hasta qué punto ese territorio es Montaña o Navarra Media, ya que en él se conjugan características de los valles que vierten al Cantábrico con otras propias de la Tierra Estella. En tiempos remotos, los dominios de Ollo sirvieron de emplazamiento para el último baluarte escondido del Reino de Pamplona. En él se alzó la fortaleza de Peña Quays, objetivo final de la campaña emprendida por Abd Al-Rahman III en el año 924. Las aguas del nacedero de Arteta van a dar al río Udarbe, que a su paso por el Valle de Ollo está flanqueado por algunos sotos de choperas y macizos sueltos de fresnos, arces, tilos y avellanos. En esos macizos, donde también se encuentran arbustos como el endrino (pacharán), el boj y el espino, anida una rica variedad de pájaros: mirlos acuáticos, pinzones, currucas, cardelinas, etc. Para obtener una buena panorámica de Val de Ollo, hay que encaminarse al Valle de Goñi. El trayecto puede hacerse por el puerto de Arteta o por el de Ulzurrun. En el pueblo de Arteta puede visitarse el abigarrado museo etnológico de la Fundación Mariscal Don Pedro de Navarra (5.000 utensilios y objetos propios de gremios y oficios tradicionales, distribuidos en una casona de tres plantas, sustentada sobre ocho columnas, ejemplo de la arquitectura popular del siglo XVII). Desde allí la estrecha carretera que va a Goñi empieza a serpentear por la escarpada pared interior del volcán, bajo la mirada de los aguiluchos que planean en lo alto. No es tan raro que un zorro rojo cruce la carretera y se pierda en la espesura. A la altura del kilómetro 8 el valle aparece a la vista en toda su extensión. Desde allí se ven las manchas de viejos hayedos que perviven en la proximidad de las cumbres y, bajo ellos, los robledales que inspiraron al escritor, periodista y amigo de Manuel Azaña, Félix Urabayen, natural de Ulzurrun. A Ulzurrun se vuelve después de un breve periplo por los pueblos del Valle de Goñi -Goñi, Aizpún, Muñárriz, Urdánoz y Azanza-. En la bóveda de la iglesia vieja de Goñi se narra algo de la leyenda de Teodosio, nacido en el lugar: una historia de culpa y arrepentimiento, con parricido y combate incluido con el dragón, idéntica a la de San Juan el Hospitalario del cuento de Flaubert. En Aizpún queda la fuerte torre medieval de los señores del mismo nombre. En Azanza, pese a hallarse en la meseta, sobre el volcán, brotan fuentes y es el lugar desde el que, a pie, pueden iniciarse recorridos que van a dar a cuevas y dólmenes. Desde Azanza, entre los robles, la carretera desciende a Ulzurrun. En el centro de Ulzurrun está el monumento que el Valle de Ollo dedicó a Félix Urabayen, autor de Bajos los robles navarros. El monumento, algo deteriorado y de muy libre inspiración, debe tanto a Ibarrola como a Gaudí.

Datos prácticos

Cómo llegar: Para acceder al Valle de Goñi, la opción más cómoda es dirigirse desde Pamplona, Vitoria o San Sebastián a la localidad de Irurtzun y desde allí tomar la comarcal que va hacia Ororbia para, a la altura de Anoz, entrar en Saldise y seguir hacia Ollo. Dónde alojarse: Dada la cercanía de Pamplona, puede aprovecharse la amplia oferta hotelera de la capital navarra y sus cercanías. Más próximo al valle, en Ororbia está el Hotel Don Javier (948 322299); en Irurtzun, Hostal Machain (948 500003) y Hostal Muti-Mar (948 600575). Para comer: en Asiain, Asador Las Heras (948 322163); en Ororbia, Asador Itziar (948322450). Horarios: El manantial de Arteta está abierto al público sábados, domingos y festivos de 9.30 a 14.00 y de 15.30 a 19.00. El museo etnográfico de Arteta abre en horario de mañana, de 10.00 a 13.30, y permanece cerrado los lunes. Puede concertarse visita guiada para grupos en el 948 328034

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