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Naveros novela la desilusión del siglo XX en "La ciudad del sol"

"Haber sido comunista y dejar de serlo es enormemente duro". Miguel Naveros (Madrid, 1956) ha partido de la firma del decreto de disolución de la Unión Soviética por Mijaíl Gorbachov, en 1991, y de la historia inventada y real de su propia familia para construir La ciudad del sol (Alfaguara). Con esta novela, Naveros se estrena en el género y retrata a su modo la desilusión de los habitantes del siglo XX: "Ha sido una reflexión conmigo mismo y sobre lo que se me caía encima", afirma en referencia a la muerte de su padre, en 1986, y la caída del muro de Berlín, en 1989, y sus consecuencias. La novela transcurre en una ciudad, Claudia, que podría ser Almería, donde vive el escritor y periodista desde hace unos doce años. La saga protagonista, los Velego, se van encontrando, uno a uno, los acontecimientos que han marcado la historia española y europea. El primero, un liberal, topa con la dictadura de Primo de Rivera; el segundo, un azañista, con la Guerra Civil; y el tercero, un comunista -el otro yo del escritor-, con la caída del muro de Berlín. Almería, ciudad de los veraneos infantiles del escritor, se convirtió desde su niñez en una especie de "paraíso perdido", en un objeto con el que llenar de historias inventadas la soledad de los inviernos en Madrid. De ahí y de su capacidad para "la autocrítica y para la disciplina" ha nacido una novela en la que mezcla realidad y ficción y que no quiere ser "política", a pesar de la reflexión sobre el comunismo. La novela ha requerido 10 años de escritura para llenar 3.000 folios, primero, y reducirlos a 800, después. Una vez impresos se han convertido en 600. Un primer intento que a juicio de escritores -como su tío, Jesús Pardo, y Miquel de Palol, presentes ambos en la presentación de la obra en Barcelona- y críticos, merece todos los respetos y un alto grado de admiración. ¿Hacia dónde ha virado el pensamiento del autor después de constatar el desmoronamiento del bloque del Este? Naveros se remite a las palabras del politólogo italiano Norberto Bobbio, "que dice que el comunismo ha muerto, pero no sus causas".

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