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Pujol afirma que "Barcelona es un contrapoder" para la Generalitat

Barcelona no ha formado parte del proyecto de Cataluña de CiU en los 20 años de Ayuntamiento de izquierdas. Ni mucho menos ha actuado de plataforma reivindicativa del nacionalismo. Ésa es la principal crítica que le dirige CiU, según la cual Barcelona es un reducto socialista y "un contrapoder" para la Generalitat, que hay que combatir, y Joaquim Molins será el paladín de tal causa. Jordi Pujol y Molins coincidieron ayer en estos argumentos, en el primer acto multitudinario de la precampaña para la alcaldía de Barcelona.

Un local de Sants (abarrotado por completo) sirvió ayer para que el presidente de la Generalitat arropara por primera vez y en público a su candidato al Ayuntamiento de Barcelona. Un candidato al que dedicó más de 25 minutos de su discurso para loar sus actividad en defensa de Cataluña, tanto en su etapa de consejero como en la posterior de diputado en el Congreso. Éstos son los principales activos que Molins puede ofrecer a Barcelona. Y si su bagaje en beneficio de Cataluña ha sido, a juicio de Pujol, espectacular, también lo puede ser para su capital, que desde la perspectiva nacionalista de Convergència i Unió no forma parte de Cataluña. Barcelona ha sido en los últimos 20 años de gobierno de izquierdas una ciudad que no se ha integrado en el proyecto nacionalista convergente, ni ha defendido sus símbolos, ni mucho menos ha apoyado las propuestas del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, como la demanda de mayor poder fiscal para Cataluña. Al contrario, Barcelona ha sido un contrapoder para la Generalitat y sus dirigentes municipales la han utilizado como arma arrojadiza para crear polémica y enfrentar a sus ciudadanos contra el Gobierno autónomo. Jordi Pujol lo ejemplificó con las inversiones que la Generalitat realizó en Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos, que a su entender fueron ocultadas a la ciudadanía por el entonces alcalde, Pasqual Maragall, su contrincante en las elecciones a la presidencia de la Generalitat. "Tenemos que incorporar a Barcelona a nuestro proyecto de país", sentenció Jordi Pujol ante unas 300 personas cuya media de edad sobrepasaba con creces los 50 años. Tal objetivo le corresponde a Joaquim Molins, el "único candidato con capacidad para ilusionar" a los votantes y con un currículo de servicio a Cataluña que Pujol se atrevió a repasar casi punto por punto, desde la conducción de agua potable a Tarragona hasta la supresión del servicio militar. El candidato Maragall Pasqual Maragall y las elecciones primarias que los socialistas celebran este fin de semana fueron el centro de las críticas de todos los discursos. Ni una sola referencia a Joan Clos, como si Molins se presentara a las elecciones autonómicas. Y de paso, algunos ataques a sus socios del Partido Popular, incluido Josep Piqué, y al partido socialista que lanzaron el presidente de Unió Democràtica, Joan Rigol, y el secretario general de Convergència, Pere Esteve. Para Esteve, la coalición nacionalista es la única que puede crear ilusión, y recordó que Maragall abandonó Barcelona a los dos años de su última reelección.

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