El Madrid se mete en un apuro
El empate conseguido por el Dinamo de Kiev coloca a los madridistas en una situación difícil para poder clasificarse
REAL MADRID 1 DINAMO DE KIEV 1Sin veredicto en Chamartín, donde el empate coloca al Madrid en una situación peligrosa, pero no le quita ningún derecho a pensar en la clasificación. Fue mejor y peor que el Dinamo, dependiendo del momento del partido, que siguió una línea incoherente. En el arranque hubo cierto academicismo y la sensación de que el Dinamo tiene dinamita. Pero luego se enchufó el Madrid y estableció una superioridad evidente que no se concretó en goles. Luego llegó Shevchenko, demostró su categoría como delantero y abrió el turno para la anarquía y el fogonazo, el tipo de partido que provoca grandes emociones, pero dice poco de la verdadera capacidad de cada equipo.Metido en una crisis que viene de lejos, el Madrid ofreció en el primer tiempo la mejor versión posible , en parte porque se lo exigía el compromiso, pero también porque el equipo estaba mejor armado que de costumbre. Sobre la alineación, no había nada que discutir. Sólo podía abrirse un debate sobre la conveniencia de utilizar a Savio, pero esa cuestión afecta a la escala jerárquica del equipo. ¿Quién debe saltar del equipo? ¿Mijatovic? ¿Raúl? ¿Seedorf? En función del equilibrio del equipo, Toshack se inclinó por una alineación clásica, con una novedad interesante. Seedorf volvió por fin a la banda derecha, una posición que le produce alergia. Su producción en el costado resultó decepcionante.
Real Madrid: Illgner; Panucci, Sanchis (Iván Campo, m
78), Hierro, Roberto Carlos; Seedorf, Redondo, Guti, Raúl; Mijatovic y Morientes (Savio, m. 79). Dinamo de Kiev: Shovkovski; Luzni, Vaschuk, Golovko, Kalazde; Kaskevich, Gusin, Belkevitch (Kardash, m. 80), Kosovski (Kormiltsev, m. 83); Shevchenko y Rebrov. Goles: 0-1. M. 54. Saque de puerta de Shvkovski que peina Rebrov para Shevchenko, que libre de marca define por bajo. 1-1. M. 66. Mijatovic ajusta el balón al primer palo en un tiro franco. Árbitro: Stefano Braschi (Italia). Mostró tarjeta amarilla a Sanchis y a Vaschuk. Unos 35.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu. Partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Otro aspecto reseñable fue la ubicación de Guti en el medio campo. Fuera de la convocatoria en el encuentro frente al Betis, el joven centrocampista confirmó su categoría en un partido muy exigente. Su principal aportación fue la capacidad para conectar con los delanteros e incorporarse desde la segunda línea. Estas dos cualidades se manifestaron en varias ocasiones. En la primera de ellas, aprovechó una pared con Mijatovic para llegar en tromba al área y equivocarse en un remate que parecía sencillo. La jugada cambió el signo del partido durante el primer tiempo, que se inició con una convincente demostración del Dinamo de Kiev, un equipo que se distingue por una cualidad: tiene pegada. O lo parece. En cada una de sus incursiones se desataban todas las alarmas en la defensa madridista, que entraba con demasiada facilidad en situación de emergencia. Pero la débil condición del sistema defensivo del Madrid no es novedosa, de manera que cada contragolpe del Dinamo generó un problema.
La primera llegada de Guti abrió las hostilidades en el área del Dinamo, que perdió repentinamente la figura. Durante veinte minutos arrió velas. Lanzado por Guti, el Madrid comenzó a apretar el pistón, con varias ocasiones notables: un cabezazo mal dirigido por Morientes, otro remate de cabeza de Mijatovic, un centro de Panucci que peinó Raúl. Había excitación y oportunidades, y un juego potable que satisfacía a la gente. Pero el balance final del primer tiempo fue improductivo, con unas consecuencias que afectaron al desarrollo de la segunda parte.
El Dinamo aprovechó el carajal madridista en el arranque del segundo tiempo para marcar su gol. En aquellos instantes, el Madrid estaba preso de todos los defectos que le han arruinado la temporada. El desconcierto se concretó en una jugada sencilla, mal interpretada por la defensa y excelentemente aprovechada por Shevchenko.
El Madrid entró en una crisis considerable. Toshack se vio obligado a mover piezas. Seedorf, que tenía la enemiga del público, salió del partido entre el abucheo del personal. En aquellos momentos no había ni juego, ni química entre la gente y el equipo. El Dinamo estuvo en condiciones de aprovechar el desoncierto madridista, pero no le dio el finiquito al partido. Al Madrid no le salió otra cosa que el alboroto, y no le salió mal. El encuentro se rompió, sin ningún respeto para el orden y el dibujo. El afán voluntarista del Madrid le rindió resultados. Lejos de aprovechar el desorden reinante, el Dinamo se sintió intimidado. Actuó sin la tranquilidad necesaria para interpretar los errores del adversario, cada vez más expuesto a los contragolpes. Sin embargo, el Dinamo volvió a demostrar su carácter afectadizo. Tres llegadas del Madrid pesaron decisivamente sobre el ánimo de todos. El equipo de Toshack sintió el subidón de adrenalina y comenzó a olfatear la posibilidad del empate, que llegó en un impecable tiro libre de Mijatovic.
El tanto acentuó las condiciones finales del partido, cada vez más roto, incoherente, pero emotivo. El Madrid prefirió seguir por esa línea. En medio del caos, se sucedieron las ocasiones frente al inseguro portero Sokovski. Sin embargo, todo se hacía con tanta urgencia que no había espacio para la precisión, para la posibilidad de sacar una victoria de un partido que tuvo varios periodos y que no despejó ninguna de las cuestiones previas al partido. Porque el resultado es malo para el Madrid, pero nada dice que es peor que el Dinamo. Ni mejor. Así que los interrogantes siguen abiertos.
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