El tercer voto
Aunque el acto era institucional, Eduardo Zaplana dio ayer por inaugurada su campaña hacia la reelección. Cerca de un millar de jubilados y pensionistas llegados de todos los rincones de la Comunidad acudieron a Benidorm, a la presentación del Programa de Vacaciones Sociales para Mayores, que oferta hasta 11.000 plazas anuales en hoteles de tres estrellas, a pensión completa y con un apretado programa de actividades paralelas, al módico precio de 11.470 pesetas por una semana de viaje, o 6.600 en la opción de fin de semana. Los interesados podrán disfrutar de hasta tres viajes por año y sólo deberán cumplir tres requisitos para beneficiarse de unas vacaciones subvencionadas: ser jubilado o pensionista, estar empadronado y abonar las cantidades apuntadas. El resto lo pone la Generalitat, que invertirá cerca de 570 millones de pesetas hasta el año 2003. Eran las once de la mañana y los invitados ya estaban danzando en la pista de baile de la sala de fiestas Benidorm Palace. Trasladados en autobuses, nada más llegar les fue entregada una banderola. Los más críticos no las tenían todas consigo. "No tengo idea de para qué me han traido aquí", comentaba un anciano de Gandia al que dos azafatas ayudaban a superar las escaleras mientras le colgaban la banderola en el sobaquillo. "Espero que salga mejor que lo del Mestalla", apuntaba incrédulo otro llegado de Sagunto recordando la escasez de bocadillos en el encuentro que celebró Zaplana en el campo del Valencia. Pero no. De los errores aprende también la Administración. De entrada hubo bizcochos y chocolate caliente y, para el almuerzo, los más de 800 comensales tenían mesa reservada en un hotel de la ciudad. Por ese lado no hubo quejas, ni por ningún otro, ya que les ofrecieron exactamente lo que querían: espectáculo goyesco, baile, risas y discursos cortos pero estudiados para enorgullecer al auditorio. A la espera de la entrada triunfal del presidente, una señorita explicó el "Pan Gerontológico" , y dejó boquiabierto al respetable. El programa incluye asistencia sanitaria, animación, actividades culturales, charlas sobre salud, excursiones, paseos al aire libre, gimnasia de mantenimiento, ejercicios de yoga, clases de baile y juegos de mesa. Todo por el mismo dinero, "porque se lo merecen y porque se lo han ganado después de tantísimos años de trabajo", dijo la maestra de ceremonias. A la susodicha no le quedaba más que dar paso al anfitrión, y lo hizo como para ganarse un ascenso. "Requerimos la presencia de un gran personaje de la Comunidad Valenciana, un ser muy querido por todos nosotros y entrañable", dijo. Era la señal para que los jubilados ondearan sus banderolas y, al son de la banda sonora de Regreso al futuro, apareciera en la sala Eduardo Zaplana. Después de entregar medio centenar de placas conmemorativas en señal de homenaje a hogares de pensionistas, centros de mayores y residencias de la Comunidad Valenciana, el presidente lanzó su discurso. "Todavía es poco para lo que tenemos que hacer por ustedes en el futuro", dijo. "Me niego a que cada vez que se habla en política de los mayores tengamos que estar siempre como si se tratara de mercancía, cuando no es ni más ni menos que el agradecimiento por el esfuerzo que ustedes realizaron por nosotros". "Nadie les regala nada", añadió. "Es el pago de su sacrificio. Se trata de hacerles la vida lo más grata posible, con su merecido descanso y ocio, y seguiremos en la misma dirección". Acabada la alocución, la presentadora puso la guinda. "Hemos escuchado una palabras, como siempre, salidas del corazón. Despidamos al presidente como se merece: con un fuerte aplauso". Y con el himno regional le llegaría el ascenso.
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