Luis Fernández responde a los silbidos con avisos de dimisión
La amenaza de dimisión se ha convertido en un recurso permanente en la dialéctica cotidiana del entrenador del Athletic, Luis Fernández. El pasado domingo convirtió la rueda de prensa posterior al partido frente al Extremadura (con resultado final 0-0) en una nueva escenificación de un desencuentro demasiado habitual. Luis Fernández respondió a los silbidos que dedicó una parte del graderío de San Mamés a la sustitución de Urzaiz por Ezquerro, con un nuevo ultimátum: "Si el público no está de acuerdo, con un apretón de manos se arregla. Ni a mi me va a faltar trabajo y se que el Athletic puede llegar muy alto con o sin Luis Fernández", afirmó rotundo. Era la primera vez que la parroquia de San Mamés discutía públicamente una decisión del técnico y Luis Fernández digirió la novedad con evidente disgusto.La circunstancia (los silbidos) es nueva, la respuesta se ha convertido en demasiado habitual. Luis Fernández llegó al Athletic en la temporada 1996/97 y se impregnó sinceramente de la sociología y la filosofía del Athletic. En su adscripción natural a la nueva fe rojiblanca se permitió algunos excesos didácticos con el público bilbaíno explicándole lo que significa su participación en los éxitos del equipo.
Las discrepancias con los medios de comunicación forman parte inexorable de la tramoya cotidiana de este deporte, aunque Luis Fernández ha podido configurar a su juicio y decisisón la relación de los medios con los jugadores mediante una especie de reglamento de funcionamiento que incluye, entre otras cuestiones, la no utilización de la sala de prensa para entrevistar a los futbolistas solicitados que han gozado de su previo visto bueno. La sala de prensa de San Mamés sólo conoce desde setiembre de 1998 un único invitado, Luis Fernández. Jugadores, médicos..., deben comparecer en la antesala que ha debido ser rehabilitada publicitariamente para no dañar en las entrevistas los intereses del patrocinador (Bilbao Bizkaia Kutza).
Sin embargo, el discurso amenazador de Luis Fernández se ha endurecido notablemente desde su renovación en 1998 y sobre todo desde el compromiso adquirido de ampliación del mismo hasta junio del 2001, comunicado el pasado mes de enero.
Amenaza reiterada
Como si el acuerdo alcanzado fuera una concesión personal, Luis Fernández no ha dudado en apelar a la orfandad como argumento ante los distintos estamentos del club. Los pitidos por una sustitución le han hecho sugerir una dimisión como elemento intimidatorio, del mismo modo que su enfrentamiento con el Comité de Competición le llevó a afirmar, en la jornada previa al partido frente al Barcelona, que si no le querían en esta Liga se iría de España. Cuatro días después rectificó su opinión y 19 después ampliaba su contrato. Un mes ha bastado para reiterar la amenaza en el primer asomo de duda manifestado por el público.
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