Con Roberto Carlos llegó la controversia
Los azulgrana consideran justa la expulsión; los madridistas dicen que no vieron siquiera falta
Veinte minutos y a la caseta. La expulsión de Roberto Carlos, que dejó al Real Madrid en inferioridad numérica desde el minuto 20, fue exagerada y decisiva para los madridistas y justa e intrascendente para los azulgrana. En aquel momento el Barça ya se había adelantado en el marcador con un tanto logrado por Luis Enrique en el minuto cinco. La jugada del partido se produjo cuando el defensa brasileño arrambló con Figo en un balón que Rivaldo envió a la zona derecha del ataque azulgrana. Roberto Carlos llegó a tocar el cuero pero después de una impetuosa acción en la que, entrando con las dos piernas a la vez, se llevó por delante al delantero portugués. El árbitro, Iturralde González, no dudó. Le mostró a Roberto Carlos la tarjeta roja, la primera que ve desde que llegó al fútbol español hace dos temporadas y media, aunque ya fue expulsado por doble tarjeta amarilla en un partido ante el Valladolid la pasada temporada.
La controversia y la disparidad de criterios entre azulgrana y madridistas se plasmó en su máxima expresión en la opinión que unos y otros ofrecieron en torno al lance. Lorenzo Sanz, presidente del Real Madrid, aseguró que la acción que acarreó la expulsión de Roberto Carlos no fue ni tan siquiera falta y dijo estar preocupado por la influencia de los árbitros en torno al desarrollo de los partidos. Es más, Sanz considera que no se trató con el mismo rasero a ambos equipos: "Hubo una jugada de Luis Enrique muy similar a la que supuso la expulsión de Roberto Carlos y en esa ocasión ni siquiera se pitó falta" Joan Gaspart, vicepresidente del Barcelona, decía todo lo contrario: "La expulsión, que era merecida, no ha influido en nada sobre el desarrollo del partido porque el Barcelona ya era muy superior".
Opiniones contradictorias
Los entrenadores holandeses de ambos equipos tampoco pudieron expresar opiniones más contradictorias. "La expulsión fue clave. Pienso que Roberto Carlos tocó el balón. No fue una entrada que mereciera una tarjeta roja. Es increíble. Fue muy exagerada la decisión del árbitro" En cambio, Van Gaal ofreció la siguiente explicación sobre la jugada: "Ya habíamos marcado un gol y estábamos jugando a un nivel muy alto y creando muchas ocasiones. En ese momento ya ganábamos por 1-0 y creo que Roberto Carlos no controló su emoción porque para mí no fue necesaria la falta". En ese mismo sentido se expresaron los jugadores del Barcelona. Los del Real Madrid contunuaron ayer con la ley del silencio y no realizaron manifestaciones tras el partido.
La grada del Camp Nou se solazó con la expulsión del jugador del Real Madrid que, junto a Hierro, mayor beligerancia provoca entre los seguidores azulgrana. Ya desde el inicio, un abucheo racista se producía cada vez que el balón pasaba por las botas de Roberto Carlos, que en el clásico del año pasado mantuvo una fuerte discusión con Nadal y Figo después de que fuera expulsado Hierro. Es el segundo clásico consecutivo disputado en Barcelona en que el Madrid se queda con diez jugadores apenas iniciado el partido. Roberto Carlos ya fue protagonista del clásico con el que se abrió la temporada 1997-1998, un partido correspondiente a la Supercopa de España y en el que tuvo que ser atendido de un corte en la cabeza producido por un encendedor lanzado desde el gol norte. En aquella ocasión, agosto de 1997, tanto Joan Gaspart, vicepresidente del Barcelona, como Louis van Gaal desaprobaron públicamente la acción del espectador que lanzó el mechero y pidieron respeto para Roberto Carlos.
La animadversión del público barcelonista hacia Roberto Carlos arranca especialmente del clásico disputado en el Camp Nou el 10 de mayo de 1997 y en el que el internacional brasileño, con dos contundentes entradas, dejó fuera de combate a su compatriota Giovanni y a Nadal. Villano para los azulgrana, Roberto Carlos es para muchos madridistas un héroe. Así lo dejaron traslucir ayer varios cientos de seguidores del Real Madrid que se desplazaron al aeropuerto de El Prat (Barcelona) para despedir a su equipo y para intentar animar al lateral brasileño.
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