Un guirigay continuo
"Ocho mesas en cada una de las doce terrazas, por cuatro personas por mesa hacen un total de 384 personas. No hay que pensar demasiado para hacerse una idea del guirigay que suponen sólo las conversaciones de tanta gente en un espacio relativamente reducido como es la plaza del Sol", explica Julià González, miembro de la asociación de vecinos de la plaza. "Y eso sin mencionar a los músicos", añade. Los vecinos no quieren dar la impresión de ser unos intolerantes, pero insisten en que es necesario un punto de equilibrio. Se quejan del ruido y de la ocupación de la plaza -se ha constituido otra asociación para recuperar las plazas para los niños- tanto personas que llevan años viviendo en la plaza del Sol como los recién llegados. Desde el distrito se replica que Gràcia es así, que la presencia de bares y terrazas en las plazas es consustancial al paisanaje del barrio y que no se puede perder ese espíritu. De alguna manera se argumenta que la persona que decide vivir en una plaza de Gràcia ya saber cuál es su idiosincrasia. El problema no es exclusivo de Gràcia ya que en otros puntos de Barcelona la concentración de locales con terrazas abiertas por la noche también ha provocado las protestas de los residentes. Así, no pocos vecinos de la plaza Reial, en el corazón de la ciudad, tampoco cejan en reivindicar las horas de sueño y un entorno más limpio. Las balconadas de la plaza Reial, al igual que los balcones de los edificios de la del Sol, siguen luciendo pancartas reivindicativas. Y de forma similar a Gràcia, responsables del distrito de Ciutat Vella apuntan que el que se afinca en la plaza Reial ya sabe qué va a encontrar. Precisamente porque el problema es común a varios espacios de la ciudad, desde la asociación de la plaza del Sol se quiere promover una estrategia común.
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