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El PP considera que la crisis se ha desactivado en su beneficio

El nuevo episodio de enfrentamiento entre populares y regionalistas desatado por la renuncia de la consejera de Agricultura a su partido, primero, y al cargo, después, se ha superado sin mayores problemas, desde la perspectiva del PP, que considera heridos de muerte a sus socios de gobierno. Los populares consideran que la serie de abandonos que se han producido en las filas regionalistas desde el principio de la legislatura han debilitado a sus socios y rivales ante el electorado de forma definitiva. Fuentes del PP recuerdan que María Ángeles Ramón-Llin es una histórica militante de Unión Valenciana, que se ha ganado la confianza de sus correligionarios a lo largo de sus 16 años de trabajo en los más diversos escalones orgánicos de la formación hasta acceder a la vicepresidencia de la mano de Héctor Villalba. Ramón-Llin fue la primera militante regionalista que accedió a una consejería. Su decisión de renunciar al partido y la forma en que se ha producido pueden minar la confianza de muchos seguidores regionalistas en la actual cúpula del partido, según su análisis. La entrada de Ramón-Llin en la próxima candidatura autonómica como independiente en las listas populares se considera prácticamente cerrada. Se destaca además la elegancia que entraña la decisión personal de la consejera, que ha sabido apartarse del cargo para evitar problemas entre los socios de gobierno. Capital dilapidado Héctor Villalba se apuntó el relevo de la consejera en el pulso que mantuvo con Eduardo Zaplana y ha logrado insuflar nueva moral entre los militantes más próximos, pero sólo entre los más próximos. Según los populares, los votantes aprecian la trayectoria de un partido en descomposición, que desde inicios de la legislatura, cuando disfrutaba de la más importante representación institucional que jamás había logrado, ha sufrido una serie consecutiva de escisiones y deserciones que han dilapidado ese capital. Consideran además que el respeto al pacto de gobierno y a la exigencias de Villalba ha reducido el margen de maniobra de los regionalistas a la hora de criticar a sus socios. Los regionalistas admiten que la renuncia de Ramón-Llin no les beneficia, pero consideran que por primera vez han logrado que el partido esté estructurado en torno a unas siglas, más que en torno a personas concretas. El impacto de la deserción es imprevisible, admiten fuentes de la formación regionalista, pero advierten que los traidores no suelen ser bien recibidos entre la militancia regionalista.

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