Más del teatro
Desde que comenzó el servicio de venta de entradas por teléfono he sido usuario habitual de este sistema. Me resultaba muy cómodo, a pesar de que los teléfonos que se utilizan son 902, con un coste bastante más elevado de lo normal.Mi sorpresa e indignación surgieron el día 31 de diciembre pasado. Quería conseguir entradas para el Teatro Real. Las llamadas al servicio de Caja Madrid eran difíciles por la saturación, pero con perseverancia, marcando muchas veces seguidas, conseguías que te lo cogieran y te pusieran en espera hasta que un operador te atendía. Ese día, en mi primera llamada, me atendió rápidamente un contestador. Me preguntó el teatro para el que deseaba las localidades y me dijo que me pasaría en breve con un operador. Segundos después me comunicó que los operadores estaban ocupados y que volviera a intentarlo en unos minutos. Acto seguido, aún sin dar crédito, volví a marcar y el proceso se repitió exactamente igual. Es decir, me cogían la llamada, pagaba un 902 pero no me atendían ni me dejaban en espera.
Calculen ustedes: esa mañana hice, aproximadamente, 14 o 15 llamadas, los cientos (quizá miles) de llamadas que recibió Caja Madrid ese día y el beneficio económico que obtuvo, junto con Telefónica, sin prestar ningún tipo de servicio.
Hace unas semanas esto no funcionaba así. Un operador me comentó que sólo disponían de ocho operadores para ese teatro y que el nuevo sistema discriminaba las llamadas y sólo permitía tener otras ocho en espera.
Si la central está saturada, que no cojan la llamada. Es significativo que esto ocurra un tiempo después de las reclamaciones por las conexiones fallidas a Internet, por lo que quizá habría que proponer a los consumidores no utilizar este servicio hasta que no modifiquen el sistema.-
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