_
_
_
_

El Camp Nou se abona a la goleada

El Barça y el Athletic combaten el mal tiempo con un partido muy peleado y lleno de ocasiones

Àngels Piñol

Ni toda el agua del mundo puede acabar con toda su fantasía. Rivaldo se inventó ayer algo imposible en medio de un campo anegado: el brasileño marcó un gol de tacón y acabó con las serias aspiraciones del Athletic de llevarse un empate. El brasileño fue, con dos goles, el rey en una noche de perros, mitigada por una lluvia de seis goles. El Camp Nou olvidó el frío, su soledad -apenas hubo 20.000 personas- y vibró con la generosidad de los dos equipos. El grupo de Van Gaal confirmó que la goleada ante el Alavés no fue un espejismo. La crisis azulgrana parece superada. El Athletic, por el contrario, truncó su racha: pagó esta vez muy caro dejar medio partido a Urzaiz, el pichichi, en el banquillo.El Barça saltó al campo despreciando la lluvia y la piscina en que se disfrazó el Camp Nou. Ni se inmutó. Van Gaal reforzó su defensa con cuatro hombres para frenar el juego de ataque del Athletic y dejó la conducción del equipo a Guardiola para abrir el juego a tres delanteros. Parecía que el mal tiempo favorecía a los rojiblancos. Falsa impresión. Salió el Barça con fuerza, con energía, con presión y controlando casi siempre el balón. La lluvia fue su mejor aliado. Le libró de gestar las acciones de ataque, el juego corto, asociativo, la asignatura que arrastra todo el curso. El Barça se fue directo al área. Buscó siempre el balón largo, las asistencias, las combinaciones en el área, el físico de Kluivert y el cabezazo.

El plan funcionó. La lluvia retrasó las ocasiones, pero el Barça no inquietó a la grada. Dio sensación de ser más equipo que muchos otros días. Sin ir más lejos, en sus primeros compases ante el Alavés. Apretó, aprovechó las faltas y Figo lamió el gol. No tardaría en llegar. Fue un calco del segundo de la goleada de hace una semana, y con los mismos protagonistas: el portugués bordó un preciso centro desde la derecha rumbo a Luis Enrique, que cabeceó cruzado. El gol abrió el abanico de las ocasiones del Barça. Fue al final Cocu quien lo logró: Rivaldo centró, Kluivert dejó un balón de cabeza al volante que lanzó un remate preciso que entró como un rayo por la escuadra.

No opuso demasiada resistencia hasta entonces el Athletic. Cedió la iniciativa y Ezquerro y Etxeberria aportaron poco peligro. Apenas un centro de Larraínzar tras un fallo de la zaga. Poco más. Luis Fernández, que cumplió su sanción sentado en una butaca situada justo detrás de banquillo, movió ficha tras el descanso. Con el marcador en contra, el técnico alineó a Urzaiz, un extraño suplente de lujo lejos de San Mamés. Dio fe de su condición de pichichi. Le bastó un despiste de Pellegrino para retratar a Hesp. Javi González reforzó la delantera, pero la alegría rojiblanca apenas duró dos minutos. Rivaldo marcó el tercero y devolvió la paz a la hinchada azulgrana.

Quedaba aún una eternidad. Van Gaal sustituyó a su capitán (Guardiola) y colocó a Xavi. La media azulgrana se resintió, el Barça acabó pagando el cansancio y el Athletic se creció. Creyó en el empate. Urzaiz volvió a actuar de abrelatas: Julen Guerrero marcó el segundo tanto tras un potente remate del ariete que Hesp rechazó con apuros. El partido volvía a estar abierto y el Barça acusó los nervios. Y ahí apareció entonces el talento. Ni siquiera la lluvia y un campo encharcado y casi impracticable puedieron con él. Rivaldo agarró un rechace y de tacón, en una jugada de billar, marcó el cuarto provocando el delirio. Lástima que Oscar, el héroe sentimental de día del Alavés, viera el festival desde el banquillo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_