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La última furia del flamenco

La Chiqui, enorme cantaora jerezana, se debate entre su amor a las gambas a la plancha y una carrera prometedora

De la báscula hace ya tiempo que no habla, pero la canción estrella de Milagros de los Reyes, jerezana de 21 años, recién casada, nacida en el polígono de San Benito y hermana menor de Pelé (uno de los miembros del dúo Navajita Plateá), se titula Me lo como to. La canción se la ha escrito Pelé, y La Chiqui dice que se identifica mucho, y repite y repite el estribillo jugando sin complejo alguno con su condición oronda: "Me lo como to, / me lo como to, / los garbanzos del puchero y la liebre con arroz...". La Chiqui es la última revelación flamenca de Jerez, una artista que canta y baila, sobre todo tangos y bulerías, pero cuya impresionante puesta en escena la hace distinta a todos los demás. Llena de desparpajo y naturalidad, de aje (gracia) y temperamento, La Chiqui se sube al escenario y pone en pie un rito vitalista y zampabollos, un despliegue de fantasía y michelín.

La noche de Reyes actuó en la sala Suristán, de Madrid, donde presentó algunos temas de su primer disco, Temperamento (que ha sido editado por Mercurio), con un éxito moderado (habría unas 100 personas) y entre aclamaciones de "¡guapa!" y "¡vivan los bocatas de jamón!".

En el descanso, La Chiqui se sienta en el camerino, se abanica, advierte que no quiere entrevistas -"que yo no sé hablar ni mentir como los demás artistas"-, y finalmente acepta contar algunas cosas. Dice, por ejemplo, que le gusta "bastante más comer que cantar", que quiere ganar "muchos billetes", pero que eso de ser profesional "es muy duro", y luego explica que empezó a cantar siendo muy pequeña: "Empecé en la bañera, y ya toda la vida igual. En las fiestas, las bodas, los bautizos, los patios, las calles, los tablaos, las peñas... Pero una cosa es cantar en público y otra en una fiesta... Yo, si no fuera por mi trabajo, no cantaría ni en la ducha. No me gusta cantar a ninguna hora. ¿Por qué tiene una que cantar si no tiene ganas?"

Pero luego vuelve al escenario, a ganar despacio su combate contra el calor de los focos, "el dolor de riñones", la gravedad y los prejuicios del universo flaco. En Jerez se sabe ya hace mucho que, en su familia, la que derrama pureza es ella. "Eso dicen, sí. Y será por algo. Digo yo. Porque somos muchos artistas en casa. Mi hermana Coral canta copla. Ana va en la compañía de Joaquín Cortés. Lo de Pelé ya lo sabes, y el padre mío, Julián de los Reyes, es poeta flamenco y escribe en romanó".

Aunque no se puede decir que tenga un repertorio muy amplio ni que sea eso que la cátedra llama una cantaora larga, capaz de hacer igual los palos serios que los rítmicos, La Chiqui borda lo suyo: el soniquete de Jerez, los aires festeros de Cádiz, las bulerías por cuplé, las cosas de Juana la del Revuelo, unos tercios geniales alusivos a Charlot, cantes de José Mercé o de Camarón... "Cojo letras de todo el que me gusta. Y luego voy a la SGAE, cobro los derechos y me pido unas gambas a la plancha".

Sus tablas y su dominio del antimarketing, tan habitual en tantos artistas jerezanos, son otros de sus atractivos. Tal vez por eso, aunque la otra noche el humo la dejó "muda", cuando terminó de actuar, casi nadie tenía dudas de que esa cantaora dará mucho que hablar: "¡Chiqui, has mondao a la Caballé!".

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