Antepasados por un día

Como si de un viaje en la máquina del tiempo se tratara. Los ordenadores, el software, las telecomunicaciones digitalizadas, la mecánica y, casi, la electricidad quedaron paralizadas ayer, en la localidad castellonense de Suera, y despreciadas por los yunques, hogueras, arreos, cinchas, garbas y meleros que formaban parte de la celebración de la muestra etnológica Un poble al carrer. El pueblo de Suera, con poco más de 500 habitantes, se convirtió en un auténtico escenario de costumbres, tradiciones y oficios de los padres, abuelos y bisabuelos de los actuales habitantes. La participación y hospitalidad de los oriundos engrosó desde a la madura mujer -que, rodela y tina en cabeza, recorría sin cesar las callejuelas con el lavadero como destino- hasta el más pequeño de los vecinos -que, gustoso, aceptaba que los de su generación urbana se sentaran sobre la albarda o curiosearan en las alforjas de su borrico-. Comerciantes de algarrobas, horneros, carpinteros, castañeras, bolilleras y forjadores salieron ayer a la calle para mostrar lo que antaño era habitual. También el tratante de caballerías, mostrando gallinas ponedoras, o el pellero, con el abrigo de los conejos a la espalda, hicieron con gusto el papel que les permitió convertirse en antepasados, por lo menos, por un día.