Hombres de respeto, no patriarcas
Los gitanos no son una raza ni un colectivo por mucho que se empeñen algunos periodistas. Sería más pertinente indicar que constituyen una etnia o forman una comunidad. De esta manera, eligiendo palabras más apropiadas y huyendo del estereotipo o del morbo, los profesionales de la información pueden contribuir a liberar de suspicacias las informaciones en las que se hace referencia a los gitanos. Éste es el mensaje que contiene un manual para periodistas que ha editado la Unión Romaní, una asociación de carácter internacional creada para defender los intereses de los gitanos.Todos los días se publican noticias relacionadas con los gitanos, y al menos una de cada tres ofrece una visión negativa de esta comunidad. El cálculo lo efectuó la Unión Romaní tras acometer un detallado análisis de las noticias recogidas en 124 publicaciones españolas entre 1995 y 1996. El estudio se mostró especialmente crítico con los periodistas que tendían a la generalización, recurrían al sensacionalismo e insistían en la utilización de los estereotipos cuando de escribir sobre gitanos se trataba.
La Unión Romaní pretende que su manual deontológico se ubique en un lugar preferente de las redacciones y especialmente sobre la mesa de los profesionales que practican el morbo cuando escriben de esta etnia. "Cada día se difunden informaciones de algún miembro de esta comunidad en las que se atribuye a todo el grupo un hecho protagonizado por un solo individuo, de modo que se construyen una serie de estereotipos que con el tiempo calan en la ciudadanía y determinan su actitud frente a un pueblo, como el gitano, que no tiene más defectos y virtudes que el resto: es, sencillamente, distinto", comentó el presidente de la Unión Romaní en España, Juan de Dios Ramírez-Heredia, a Europa Press.
El manual sugiere cambiar algunas conductas periodísticas que dificultan el objetivo de librar a los gitanos de etiquetas y prejuicios. Por ejemplo, recomienda evitar cualquier mención al origen étnico de las personas que aparecen en las informaciones "si no es estrictamente necesario para la comprensión global del mensaje". Guerra al título Un gitano hizo... tal o cual cosa. Y ello por esta razón: "Cada uno debe ser juzgado por sus propios actos, sin implicar en ellos a toda la comunidad a la que pertenecen", detalla el manual.
El documento de la Unión Romaní también solicita que se eviten ciertas palabras que se endosan siempre a los gitanos y se opte por otras de más exacta semántica. Por ejemplo, es preferible comunidad a colectivo, hombre de respeto a patriarca, conflicto a reyerta o etnia a raza.
"Un colectivo no tiene las connotaciones culturales del termino comunidad", explica el periodista Sebastián Porras, coordinador del manual. "Puede haber colectivos profesionales, pero formar parte de una comunidad implica lazos que van más allá, como la existencia de un pasado o una lengua común".
Segunda matización. Los gitanos no tienen patriarcas. "Nunca utilizamos ese término para referirnos a los gitanos mayores cuya opinión se escucha y se estima. Les llamamos gitanos viejos o de respeto", advierte Porras.
El Libro de estilo de EL PAÍS ya recogió hace una década algunas de las matizaciones en las que ahora incide la Unión Romaní. Así, en la explicación de la palabra gitano se puede leer: "Los gitanos no constituyen una raza, sino una etnia con rasgos físicos y culturales comunes. No puede hablarse, por tanto, de "un individuo de raza gitana". El mismo epígrafe establece: "El hecho de que una persona sea gitana no debe citarse en las informaciones a no ser que constituya un elemento fundamental de la noticia".
La Unión Romaní prefiere "conflicto" a "reyerta", ya que por "el uso reiterado de esta palabra parece que detrás de toda reyerta hay algún gitano", explica Porras. Y ya puestos, a Porras le gustaría que algunas expresiones en caló empezaran a asomarse por los textos periodísticos "para mostrar la riqueza cultural del pueblo gitano". "Por ejemplo se podría escribir rom para describir a un hombre gitano o romí para citar a una mujer gitana".
Juan de Dios Ramírez-Heredia, también periodista, reclama un esfuerzo de la profesión para el progreso de la comunidad gitana española, formada por medio millón de personas. "En la lucha contra el racismo no cabe la objetividad. El periodista no puede militar en el mismo campo de los racistas", remacha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.