Al Madrid le aplasta el cansancio y cae ante el CSKA ruso
Al Real Madrid le apasiona y le mata su torneo, para qué negarlo. La esquizofrenia tiene que ver con las fechas en las que se desarrolla, con lo que desgasta la alta competición. Quiere el Madrid disfrutar y le arde el corazón tanto como le pesan las piernas. El equipo de Luyk ha jugado algo así como ocho partidos en los últimos quince días. Al equipo le gusta mantener su costumbre ganadora, homenajearse a sí mismo, a golpes de tradición, de sentimientos, de miles de sonrisas de poca edad, pero no siempre puede ser así. Ayer el CSKA le aguó la fiesta con un inspirado final y se llevó el torneo (77-84).
Pero esta cita ha ido más lejos del resultado final. Ha servido de experimento, de prueba para las cuatro nuevas reglas que la FIBA quiere imponer. A saber: cuatro tiempos de 10 minutos; 24 segundos de posesión, ocho para pasar del medio campo, y tiros libres a partir de las cuatro personales por equipo.
REAL MADRID - 77 - CSKA MOSCÚ - 84
Real Madrid: Lasa (12), Santos (0), Angulo (17), Tanoka Beard (8), Bobby Martin (8); Iturbe (10), Victoriano (6), Herreros (10), Luyk (2) y Bueno (4).CSKA Moscú: Gouturov (8), Kourdalin (14) Karas sev (3), Kissoulin (0), Domani (4), Daineko (6), Nossov (11); Kirilenko (21) y Panov (17). Árbitros: Jungebrand (Finlandia) y Radik (Croacia). 10.000 espectadores en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Campeón, el CSKA de Moscú, segundo el Real Madrid, tercero el Partizán y cuarto el Unión Olimpia. En la primera jornada, el Madrid derrotó al Partizán (82-77) y el CSKA al Unión Olimpia (93-71). Ayer el Partizán ganó al Olimpia (66-62).
No dejó el torneo conclusiones al respecto. Tampoco era eso lo importante. El Madrid es un equipo gigante en el aspecto defensivo, como Luyk manda, y eso es un tesoro en los tiempos que corren. Ganó el Madrid en la primera jornada al Partizán y perdió en la segunda con el CSKA. Pero igual que la jornada inaugural fue fría, por falta de espectadores, y mezquina, porque en lo que respecta a espectáculo cero patatero, la segunda fue una gozada. Se cruzó el Madrid en la final con el CSKA, un rival soberbio. Y se cruzó con un puñado de limitaciones físicas. De poco sirvieron los triples de Lasa y el empeño de los que ganan siempre y nunca juegan. Struelens, herido, no estaba y Tanoka, el mejor de los mejores, se rompió mediada la segunda parte. Y con él, el equipo. Sin sus pívots, el Madrid muere. Por eso se sueña con Sabonis.
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