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Reportaje:

Los dos años de paz del PP

"En el Partido Popular en Cataluña, por fin, hay paz". Todos los ministros y altos cargos del PP que visitan Cataluña dejan caer con satisfacción este latiguillo. Y la dirección catalana que encabeza Alberto Fernández Díaz lo repite como uno de los activos de su gestión. Pero, ¿es una paz duradera? ¿Están desactivados los restos del vidalquadrismo? Militantes y cargos públicos aguardan con expectación el inicio del proceso de elaboración de candidaturas para el próximo ciclo electoral, que pondrá a prueba la estabilidad impuesta por Fernández Díaz. La mayor ovación en el último congreso del PP catalán, celebrado en septiembre de 1996, fue para el presidente saliente, Aleix Vidal-Quadras. Acababa de ser descabalgado tras perder la confianza del líder conservador, José María Aznar, pero abandonaba el cargo por la puerta grande: aplaudido por la gran mayoría de delegados y sin renunciar a ninguno de sus planteamientos. Todos los ingredientes parecían presagiar conflicto para rato, sobre todo, porque el PP catalán llevaba años enfrascado en una guerra fratricida entre los sectores de Vidal-Quadras y de Jorge Fernández Díaz, hermano de Alberto. Éste, en cambio, ha consolidado su poder y hoy apenas quedan restos aislados de dirigentes fieles al ex líder. No son aún 25 años de paz, pero teniendo en cuenta los antecedentes en el partido, dos años casi parecen una eternidad.Un responsable de la dirección en Barcelona asegura: "Cuando vamos a Madrid nos felicitan porque llevamos propuestas y no conflictos". Pese a que se pensó inicialmente que sería Jorge Fernández Díaz la persona que movería los hilos del partido desde Madrid, la mayoría de miembros de la dirección coinciden en que Alberto Fernández se ha hecho fuerte en el partido, incluso más de lo que desea su propio hermano. El líder conservador, que acaba de cumplir 37 años, ha emprendido una renovación radical de la dirección, que ha supuesto la entrada en primera línea de sus principales colaboradores en la etapa al frente de Nuevas Generaciones, especialmente Rafael Luna como secretario general y Fernando Martínez como vicesecretario de organización. La renovación es también generacional: los nuevos cargos de confianza raramente superan los 40 años. No obstante, Alberto Fernández ha integrado también a todos los antiguos oponentes que han aceptado sin rechistar el nuevo orden. "No nos preguntó de dónde veníamos: dijo que sólo le interesaba adónde íbamos", afirma un miembro de la ejecutiva que había estado muy vinculado a Vidal-Quadras. El nuevo líder del PP catalán no tuvo reparos en mantener la confianza e incluso ascender a antiguos rivales. Son los casos de Armand Querol, aupado a la vicesecretaría de acción electoral; de Juan López que sigue como responsable de política municipal o de Daniel Sirera -que en 1992 fue clave para apartar a Fernández de las juventudes del partido- y que se ha integrado en el secretariado y hoy es una figura ascendente en el Parlament junto a los ex vidalquadristas Josep Maria Fabregat y Dolors Nadal. Josep Curto sigue como presidente del grupo parlamentario, si bien el probable desembarco de Francisco Marhuenda, jefe del gabinete del ministro para las Administraciones Territoriales, Mariano Rajoy, le restará protagonismo, aunque se da por sentado que se le ofrecerá ser senador. Además, el grupo municipal sigue dirigido por dos ex vidalquadristas que han aceptado las nuevas normas: Emilio Álvarez y Jordi Cornet. Renuncia de fe Los críticos afirman que la integración de partidarios de Vidal-Quadras ha sido parcial: sólo se ha tolerado su presencia en el caso de haber hecho "renuncia de fe". De lo contrario, ha habido "exterminio total", asegura un ex dirigente que ha buscado refugio en Convivencia Cívica Catalana (CCC), la plataforma antinacionalista que preside Vidal-Quadras. Algunos casos emblemáticos son el diputado Julio Ariza, instalado en Madrid; José Ramón Tobía, cuya marginación en el Ayuntamiento de Barcelona ha ido creciendo; Carmen Martínez, que mantiene en Santa Coloma el único foco organizado de fieles a Vidal-Quadras, y en menor medida, el diputado Jacinto Vilardaga. La descomposición del vidalquadrismo no es ajeno al hecho de que su líder haya centrado su actividad a Madrid. Casi siempre ausente del Parlament, dedica su tiempo a la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) y al Senado. Vidal-Quadras cayó tras el pacto PP-CiU por deseo de la dirección de su partido en Madrid. Pero uno de sus fieles apunta que si bien es un buen creador de discurso ideológico, no destaca como organizador. Lo contrario que Alberto Fernández, que ha demostrado en dos años su capacidad para construir el partido: en este tiempo, el PP catalán ha inaugurado 23 sedes (el 20% del total) y ha constituido 76 nuevas juntas locales (el 22% del total).

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