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FÚTBOL - LIGA DE CAMPEONES

La delantera del Madrid decidió

El equipo de Hiddink pasa a cuartos tras derrotar al Spartak, pero el nuevo sistema sigue levantando graves dudas

Santiago Segurola

Con sus muchísimos defectos y con sus conocidas virtudes, el Madrid sigue su aventura europea. Venció al Spartak en un partido extraño, deficiente en casi todos los aspectos, jugado sólo por los delanteros. Y en este terreno, el Madrid le sacó ventaja a su rival. Abocado al sufrimiento por las muy discutibles decisiones de Hiddink, sacó el beneficio de costumbre de la contudencia de Savio, Mijatovic y Rául, que jugaron por libre, ajenos al deplorable estado del resto de las líneas.Metido en experimentos inconvenientes, el Madrid solucionó con más problemas de los debidos un partido que descubrió los defectos de los dos equipos. Del Spartak ya se sabía que responde a su condición de ruso. Juega con corrección, pero sin contundencia. Justo lo que le sobra al Madrid, cuya desorganización es extraordinaria. Claro que siempre se guarda la última bala con una delantera que puede resultar imparable. Esta no fue ni mejor ni peor que otras. Un partido normal que puso de manifiesto las habilidades de Raúl, Savio y Mijatovic, a la vez que las inmensas deficiencias de un sistema que penaliza a todas las líneas.

Real Madrid, 2

Spartak de Moscú, 1Real Madrid: Illgner; Panucci (Jaime, m.59), Iván Campo, Fernando Hierro, Fernando Sanz, Roberto Carlos; Seedorff, Redondo; Raúl; Mijatovic y Savio. Spartak de Moscú: Filimonov; Parfionov, Bouschmanov, Ananko, Khlestov; Baranov, Tsymbalar,Tikhonov, Titov; Robson (Kanishev, m.75) y Schirko. Goles: 1-0. M.34. Raúl desvía de cabeza un saque de esquina ejecutado por Roberto Carlos. 2-0. M.66. Savio cabecea un centro en profundidad de Mijatovic. 2-1. M.89. Khlestov remata de cabeza un saque de esquina. Árbitro: Laszlo Vagner, húngaro. Amonestó a Mijatovic y Khlestov. Unos 60.000 espectadores en el campo del Santiago Bernabéu. Partido de la sexta y última jornada de la primera fase de la Liga de Campeones. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Aitor Zabaleta, el aficionado de la Real Sociedad que murió ayer tras ser apuñalado a las puerta del Vicente Calderón.

El encuentro dejó lecturas preocupantes para el Madrid y amplió las sospechas sobre el papel de Hiddink, incapaz de articular un dibujo que ayude a su equipo. Si algo requiere el Madrid es una tormenta de ideas. O por lo menos, una idea. Su entrenador no la tiene. Le falta un plan y el equipo lo paga gravemente. En el plano colectivo y en el individual.

La improvisación domina el panorama. La utilización masiva de centrales no ha despejado ninguno de los problemas. Probablemente los agrava. Hiddink ha creado una cadena defectuosa que se resiente desde la base. Con tres centrales, a los laterales se les obliga a trabajar en larguísimos recorridos. Roberto Carlos, que nunca ha sido un manual en el trabajo defensivo, los soporta por obra de sus condiciones naturales. Otra cosa es que sus lacras defensivas se adviertan con mayor claridad en estos momentos. Pero al menos tiene llegada, poderío e insistencia. Otra cosa es Panucci.

Lateral marcador en sus mejores momentos, Panucci está destinado ahora a un trabajo que no le conviene a sus condiciones. Como carrilero sufre en todos los aspectos. Ni llega, ni regresa. Y si llega, no ocurre nada. Semejante inversión de esfuerzo para tan escasos resultados, habla de la falta de criterio de su entrenador. Porque la primera función de un técnico pasa por conocer las características de sus jugadores. Y Panucci no sirve para sus funciones actuales.

El defensa italiano pasó un calvario tratando de establecer sus prioridades en el partido. Sus problemas se añadieron a la inestabilidad de un sistema que falla en todos los sectores. En el medio campo, por ejemplo. La incorporación de un tercer central significa el desabastecimiento del centro campo, ocupado únicamente por Seedorf y Redondo, que están obligados a sostener al equipo de manera precaria, en condiciones de inferioridad númerica frente a cualquier equipo normal. Si a la mala distribución de la defensa se añade la fractura en el centro del campo, al Madrid no le queda otro remedio que confiar en la categoría de sus centrales y en la calidad de sus delanteros. Lo segundo es cierto; lo primero, de ninguna manera.

El Madrid resolvió el partido exclusivamente por el ingenio y la pegada de sus delanteros. Raúl, Savio y Mijatovic fueron un planeta aparte en su equipo. Funcionaron por libre, y por libre decidieron el resultado del encuentro. Son tres futbolistas habilidosos y punzantes, con un sentido categórico para el gol. Cada una de sus intervenciones desestabilizó a la defensa del Spartak, que tampoco necesitaba mucho para desestabilizarse. Como los equipos rusos de toda la vida, el Spartak acusó una blandura manifiesta en sus líneas de juego. Sin instinto para marcar, sus defensas fueron presa fácil de Raúl, Savio y Mijatovic.

Sin embargo, el partido tuvo momentos de dificultad para el Madrid. Titov, un centrocampista espigado, entendió perfectamente su misión. Se infiltró entre las líneas madridistas en multitud de ocasiones, a la vista de la distancia que se abría entre la defensa y los centrocampistas del Madrid. En la libertad de Titov se observó la improvisación y las carencias del nuevo sistema de Hiddink. Si el Madrid siempre ha defendido demasiado cerca de su portero, ahora defiende en el área pequeña. No se achica, no se juntan las líneas, no se actúa con armonía. En este sentido, el experimento de los tres centrales es un fracaso. Sanz pasó todas las penalidades del mundo en el primer tiempo. Pero los delanteros rusos no aprovecharon este agujero. Ni éste, ni el de Panucci, ni ninguno. Toda su formalidad en el juego, la corrección indudable de varios de sus jugadores, quedaron orillados por su escasísima contundencia, por una especie pudor a tumbar los débiles cimientos del Madrid, que sigue en Europa pero no despeja ninguna de sus dudas. Por ahora, es un equipo imperfecto y mal cosido por un técnico que tiene la fortuna de contar con unos delanteros de primera línea.

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