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VIOLENCIA EN EL FÚTBOL

Peligro latente

La policía está en el asunto pero no se siente suficientemente respaldada. Los directivos se amparan en el tópico "no pasa nada". Hasta que pasa.Así es, por ejemplo, en Barcelona. Lo explicó ayer, en Radio Barcelona de la cadena SER, el jefe de unidad de intervención policial de la ciudad, Silverio Blanco: "Los clubes han hecho hincapié en las medidas de seguridad, y desde hace cinco años no ha pasado nada a pesar de que han desfilado por aquí algunas de las aficiones más radicales de Europa. Pero a raíz de ello los clubes, en lugar de disponer 100 vigilantes disponen 50. Y el peligro está ahí, en el relajamiento, porque tenemos detectados algunos hinchas muy peligrosos".

Tampoco es cierto que no haya ocurrido nada en Barcelona. Hace justamente un año, el 14 de diciembre de 1997 murió de sobredosis, según todas las fuentes consultadas, Sergi Soto, uno de los cabecillas de los Boixos Nois, grupo de hinchas violentos azulgrana. Tenía un amplio histotrial delictivo por sus agresiones de carácter neonazi. Una semana después, los Boixos Nois, en los prolegómenos de un partido ante el Atlético, exigieron a la directiva que pidiera por megafonía un minuto de silencio por el desaparecido. Al final, cedió ante las amenazas. Desde la tercera gradería alguien rompió el minuto de silencio y los boixos, después de atravesar varios controles de acceso, se liaron a palos con chavales de otro pacífico grupo de animación, Sang Culé, que optó por autodisolverse ante la impunidad con que actuaron los Boixos.

En Madrid, la policía trabaja en el control de los delfines de los cabecillas de los Ultras Sur. Este grupo madridista -cuyo líder José Luis Ochaíta feu sancionado en febrero con una multa de cinco millones y la prohibición de entrar en los campos de fútbol durante tres años-, había llegado a disponer de una oficina en el estadio Bernabéu y había vendido invitaciones para financiarse. La reforma del Bernabéu, con su cambió de ubicación del gol sur al tercer graderío, les llevó a perder protagonismo. Algo parecido a lo que ha sucedido con las Brigadas Blanquiazules, el grupo radical del Espanyol, con el traslado al estadio de Montjuïc.

Muchos de estos grupos utilizan símbolos nazis. El más distinguido por ello es el Suporters Sur del Betis. Precisamente, el pasado martes fueron denunciados 11 aficionados béticos con cadenas, una navaja, un bate de béisbol y un aerosol de defensa.

Pero el fenómeno no es sólo español. Algunos clubes de Europa viven lacras muy parecidas.

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