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La confrontación como estrategia

Hace unas semanas nos ha sorprendido el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, con unas declaraciones, que no resultan fáciles de digerir. Ha afirmado el primer mandatario andaluz que "la estrategia de confrontación (con el Gobierno de la nación) nos va bien y está dando sus frutos". Las palabras de Chaves ante un grupo de socialistas andaluces arroja luz sobre una de las más actuales cuestiones de la política andaluza: en un clima de paz social en toda España, ¿cómo es posible una confrontación como la que padecemos los andaluces?, y al mismo tiempo nos hace formularnos una inquietante pregunta: ¿a quién le va bien con la estrategia de confrontación? Claro que a los que ya sabíamos algo de la táctica socialista en Andalucía no nos ha pillado por sorpresa la confesión realizada por el presidente Chaves. Los que estamos inmersos en la cotidianeidad de la política andaluza ya estábamos al tanto de ello, pero una confesión tan llana como sincera tiene un indudable valor: eleva a la categoría de verdad reconocida las razones de la confrontación (un interés puramente partidista), convirtiendo en verdad absoluta lo que antes era una simple denuncia de la oposición. Los que llevamos mucho tiempo denunciando la utilización de las instituciones públicas como arma electoral partidista hemos visto respaldadas nuestras denuncias y nuestros argumentos, y el respaldo proviene de quien menos lo esperábamos: del secretario general del PSOE-A. La confesión de Chaves ("la estrategia de confrontación le va bien al PSOE") resulta tremendamente esclarecedora, porque ahora conocemos todos los andaluces que la política de confrontación de la Junta de Andalucía no tiene como objetivo la defensa de los intereses de los andaluces, sino el beneficio electoral de un partido político (el PSOE). Ahora tenemos constancia de que la reivindicación del censo de población no tiene como objetivo adecuar los dineros que recibimos a la población real andaluza, sino la confrontación como estrategia para desgastar al PP; ahora tenemos constancia de que la reivindicación de la "deuda histórica" no tiene como objetivo la nivelación de servicios básicos, sino la confrontación como estrategia para desgastar al PP; ahora tenemos constancia de que la bronca que armó el inefable Paulino Plata con lo de la reforma de la OCM del aceite de oliva no tenía como objetivo la defensa de los intereses de los olivareros y de quienes viven del sector, sino la confrontación como estrategia para desgastar al PP... Que esto es tan simple como cierto lo corroboran las palabras de Caballos, dos días después, cuando amenaza al PA con la ruptura de la coalición de Gobierno si se desmarca de la estrategia de confrontación, porque, en palabras de Caballos, eso sería darle "un balón de oxígeno al PP". Quizá los andalucistas, en un episodio de lucidez, han comprendido que la confrontación por la confrontación (máxime cuando ésta es una simple estratagema electoral) es perjudicial para Andalucía y los andaluces. Que la confesión de Chaves se haya producido en el ámbito de un acto interno del PSOE, ante unos cuantos militantes socialistas, sitúa sus palabras en su verdadera dimensión -la de una estrategia de partido- y apunta hacia un posible responsable de la confrontación: el PSOE-A. Porque lo que es incontestable es que el Gobierno del PP ha mostrado su talante de diálogo innumerables veces desde que asumió la responsabilidad de gobernar, y ha llegado a acuerdos en todos los ámbitos posibles (sistema de financiación autonómica, reforma laboral, consolidación del sistema de pensiones...), y con todas las comunidades autónomas, incluso con la Junta de Andalucía en algunas ocasiones (como en el caso de la financiación sanitaria). Por eso resulta más extraño que ahora sea difícil el entendimiento, y por eso debemos todos redoblar los esfuerzos para que el diálogo y el acuerdo sean la base de las relaciones entre el Gobierno de la nación y el de la Junta de Andalucía. Queda por resolver la pregunta de a quién beneficia la confrontación. Y aunque tengo para mí que dicha estrategia beneficiará menos al PSOE que al PP, esto es algo absolutamente secundario; lo principal, lo que no admite duda, lo tristemente irrefutable, es que a quien de verdad perjudica es a Andalucía y a todos los andaluces. Unas veces, porque perdemos dinero (v. gr., 72.000 millones del sistema de financiación autonómica), otras, porque los andaluces tenemos derecho a vivir sin la congoja de un futuro que se nos quiere pintar incierto, cuando no lo es (por ejemplo, el mantenimiento de la sociedad del bienestar o la reforma de la OCM del aceite de oliva), y siempre, porque nadie tiene derecho a utilizar las instituciones públicas para su estrategia de partido.

Manuel Seco Gordillo es diputado a Cortes por Sevilla.

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