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Un comparsa en la Copa del Mundo

España jugará en Gales 99 con la amenaza de ser aplastada por la mayoría de los participantes

Al tiempo que Inglaterra frenaba el sábado en Londres, por 13-7, la impresionante racha de Suráfrica, el campeón del mundo, y daba esperanzas al hemisferio norte de que aún podrá decir algo en la IV Copa del Mundo de rugby el año próximo, España era aplastada en Edimburgo, 85-3, por Escocia. La selección española penaba como un modesto ante uno de los grandes, que ni siquiera es actualmente de los más grandes. ¿Merece la pena tamaña humillación una vez más? España se había clasificado ya, por primera vez, para la cita mundial de Gales 99, al vencer el miércoles a Portugal, por 21-17. Un logro favorecido porque el torneo se ha ampliado con respecto a la tercera edición, de 16 a 20 equipos participantes, pero a un precio intolerable en un deporte español que acaba de ganar el Masters de tenis o ha perdido, sólo por mala suerte, el Mundial de rallies, precisamente en el Reino Unido.España no perdió por mala suerte ante Escocia ni tampoco cosechó las escandalosas derrotas pasadas esta temporada contra clubes franceses en la Segunda División de la Copa de Europa, que la han llevado a encajar casi 300 puntos en siete partido. Lo hizo porque sigue anclada en un rugby prehistórico, sin que la Federación Española haya aprovechado los últimos años para mejorar. Sigue siendo un deporte de aficionados, con escasos patrocinadores, cuando el Cinco Naciones, por ejemplo, hace ya décadas que se veía en televisión y podía ser un ejemplo a seguir. En muchos otros deportes España está en la élite mundial sin propaganda gratuita. Es muy fácil echarle la culpa a que se tiene un presupuesto bajo en comparación con Inglaterra, Francia y los grandes. Se puede perder, pero no valen las disculpas. El voleibol acaba de demostrar en Japón cómo se cae con dignidad ante los mejores y creando afición. Ha hecho un trabajo de muchos años y con directivos por el camino que tampoco supieron acertar. Y con diferencias de presupuestos y practicantes respecto a los grandes también abismales. Pero lo ha superado. A la selección española de rugby, para conseguir la clasificación ahora, le ha bastado vencer a un rival inferior, con el que sólo había perdido una vez en su historia de 19 partidos. Escocia la aplastó días antes, igualmente, por 88-15.

La Federación Española de Rugby, que no ha evolucionado como debiera para dar el salto al profesionalismo, tomaba esta clasificación para la Copa del Mundo como uno de los asideros claves a los que agarrrarse para la mejoría del nivel. Le falló la organización del Mundial a 7, que ni siquiera supo defender en los despachos ante la astucia o incluso malas artes, de Argentina. Pero el problema del bajo nivel ante los grandes se soluciona primero en casa antes de quedar con las vergüenzas al aire. Es una promoción contraproducente.

El Mundial de fútbol España 82 se recuerda como un fracaso porque la selección de Santamaría desencantó a todos, aunque el torneo fue un ejemplo de buen funcionamiento, de la mano del fallecido Raimundo Saporta, genio de los despachos y nunca suficientemente valorado. Si los Juegos Olímpicos de 1992 fueron un éxito completo se debió no sólo a la magnífica organización barcelonesa, en la que tampoco se ha apreciado bastante el mérito del consejero delegado Josep Miquel Abad. Pero si hubiera habido fallos, a ojos españoles tampoco se habrían notado porque las 22 medallas lo ensalzaron todo. En esta misma línea, la candidatura olímpica invernal de Jaca, sólo será factible planteada a largo plazo, cuando España se recupere de la desastrosa herencia de Segismundo Fraile y su inútil equipo durante 20 años. Y no sólo en el esquí, sino en muchas modalidades prácticamente inexistentes. Inglaterra dejó a los Springboks en sus 17 triunfos consecutivos al máximo nivel (desde el 23 de agosto de 1997), que sólo igualaron el récord de los All Blacks neozelandeses entre 1965 y 1969. España ha ganado a Portugal.

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