La Real Sociedad se muestra condescendiente con el Extremadura
Bastó que los jugadores se colocaran sobre el campo para constatar que el partido tenía la apariencia de un abuso manifiesto gestionado por la Real Sociedad con cierta condescendencia. Anoeta se le hacía grande a un Extremadura muy pequeño y decidió reducirlo a la pequeña franja de su área y aledaños. De Paula se encargó de impedir el milagro. Antes de la media hora envió el balón a la red con un testarazo clásico tras un toque sutil del portugués Sa Pinto.El gol era un fruto consecuente de un ejercicio de autoridad. La Real Sociedad tenía el mando, el balón, los argumentos y las ganas de jugar al fútbol. El partido era adecuado para Sa Pinto. El portugués exhibió una notable visibilidad de los entresijos del futbol y encontró en Aranzabal, su prolongación ideal. A cambio, Kovacevic encontró más dificultades de las previstas en el marcaje del camerunés Kalla.
REAL SOCIEDAD 2
EXTREMADURA 0Real Sociedad: Alberto; López Rekarte, Pikabea, Antia, Aranzabal; Kühbauer, Gómez, Sa Pinto, Gracia; Kovacevic (Aldeondo, m. 68) y De Paula (Idiakez, m. 78). Extremadura: Gaspercic; Óscar (David, m. 84), Kalla, Juanito, Félix, Poli: Velamazán, Belenguer (Toril, m. 54) Manuel; Duré y Rueda (Rueda, m. 70). Goles: 1-0. M. 25. De Paula cabecea en el área pequeña un libre indirecto efectuado por Sa Pinto. 2-0. M. 81. Idiakez culmina un contragolpe realista batiendo a Gaspercic por bajo Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Belenguer, Gómez, Kühbauer y Juanito, por duras entradas a sus rivales. Unos 20.000 espectadores en Anoeta. Los jugadores de la Real Sociedad dedicaron sus dos goles a su compañero Iker Sarriegi, que resultó gravemente lesionado en un entrenamiento (en un choque con Idiakez), tras haber superado una lesión anterior que le mantuvo un año alejado de los terrenos de juego.
La Real cazó un contragolpe ante una desorganizada defensa e Idiakez resolvió con soltura su enfrentamiento con el guardameta. El resto del encuentro fue un mano a mano entre los reaslistas y el juez de línea que vigilaba su ataque.
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