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FÚTBOL- Decimotercera jornada de Liga

Antipartido en el Manzanares

El Atlético de Madrid se estrella ante el peor Athletic de Bilbao posible

Santiago Segurola

Fútbol sin piedad en el Manzanares. Sin piedad para los aficionados, que pasaron un frío siberiano sin nada a cambio. Esta clase de partidos debería estar penalizada. Tiene que haber algún tipo de consecuencia para tardes de este pelo, con dos equipos en su peor versión. El Atlético fue un plomo y el Athletic no existió.Lo que se vio del equipo bilbaíno invita a pensar en el fútbol rupestre, en una reducción intolerable del juego al famoso patapún pa arriba.

Puestos a buscar paganos, habrá que decir que Molina fue el primero. El portero del Atlético estuvo a punto de agarrar una tisis de caballo. Eso por no salir con bufanda y una estufita para entrar en calor. A Molina no le llegó un tiro en todo el partido, récord mundial en un encuentro de Primera División.

ATLÉTICO 0 - ATHLETIC 0

Atlético: Molina; Ramón (Mena, m.46), Santi, Chamot, Toni; Serena, Jugovic, Valerón (Njegus, m.75), Lardín (José Mari, m.75); Juninho y Correa.Athletic: Imanol Etxeberria; Larrainzar, Carlos García, Ferreira, Larrazabal; Lacruz (Javi González, m.60), Urrutia, Alkiza, Felipe; Joseba Etxeberria (Julen Guerrero, m.77) y Urzaiz (Ezquerro, m.67). Árbitro: Japón Sevilla. Amonestó a Ramón, Valerón, Serena, Juninho, Javi González, Ezquerro y Alkiza. Unos 45.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón.

El dato dice todo de las pretensiones del Athletic, que sólo utilizó a dos jugadores. Imanol Etxeberria para sacudir a la pelota y a Urzaiz para intentar bajarla o prolongarla. Sin éxito durante toda la tarde. Julen Guerrero no jugó, y se puede decir que le resultó beneficioso. No se merece un partido tan infame, tan irrespetuoso con el fútbol.

Del Atlético hay que señalar sus defectos, porque virtudes no se advirtió ninguna. Fue menos grosero que el Athletic, pero su falta de recursos se hizo estragante. A la vista de lo que sucedió, conviene señalar que Kiko es irreemplazable. Sin Kiko, el Atlético se ofuscó hasta extremos insospechados. Tampoco Sacchi anduvo listo. En el primer tiempo, mutiló el ala derecha con una línea formada por Ramón y Serena. Dos defensas. Como el Athletic metió a Larrazabal y Felipe -otros defensas- por aquella banda, el asunto quedó en tablas. Por allí no sucedió nada. Por el resto del campo, tampoco. Ausente Kiko, cualquier posibilidad del Atlético debería pasar por Jugovic, Valerón y Juninho. El primero actuó como medio centro. Pero no es su puesto. Jugovic es un excelente acompañante, un jugador de oficio que mejora algunas cosas pero que tiene gravísimas dificultades para tirar el hilo a los partidos. Valerón debió de sufrir su condición de canario. O el frío no le viene bien, o no hay forma de explicar su desinterés por un partido que le necesitaba. Se borró.

Quedaba Juninho, objeto de debate en los últimos tiempos. En el primer tiempo jugó en la posición de Kiko y salió muy malparado de la comparación. Habilidad no le falta, pero le cuesta poner en orden sus recursos. Si además se le obliga a jugar de espaldas a la portería, sus posibilidades son mínimas. Sacchi decidió experimentar con el jugador brasileño, trasvasado de una zona a otra del campo según las necesidades que entendía su entrenador. Hubo un momento particularmente dañino para Juninho. En el comienzo del segundo tiempo, jugó en la banda izquierda y casi sale expulsado. El hombre terminó en varios momentos como lateral izquierdo, tirando patadas, desbordado por los acontecimientos y por su irritación.

Sacchi se dio cuenta de las penalidades de Juninho y volvió a reacomodar el equipo. Njegus se colocó en la banda derecha, Jugovic se ubicó junto a Mena y Juninho se adelantó hasta la media punta. Lo hizo con rabia. En esa posición cumplió un papel algo más relevante, siempre como un asunto personal entre él y su entrenador. En el último cuarto del partido, pretendió ganarlo en cada jugada. Lo más que consiguió fue una serie de faltas frente al área de Etxeberria.

El portero del Athletic, tan criticado en los últimos tiempos, fue el único destacable de su equipo. En un partido pésimo, Imanol Etxeberria pudo lucirse en dos estiradas convincentes. En la primera sacó un zurdazo de Lardín. En la segunda descolgó un potentísimo remate de José Mari. Eso fue todo por parte del Atlético. Molina debio de mirar con envidia a su colega. Al menos entró en calor y sacó un par de remates para las fotos. Todo lo demás resultó deprimente. Así se entiende que el peor Athletic posible se llevara un empate frente a un Atlético imposible.

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