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Una exposición recrea el mundo de fantasía, literatura y arte del escritor Joan Perucho

"No todo el mundo puede ver fantasmas", afirmaba hace años una persona capaz de tener enmarcada una hoja de chopo recogida en la tumba de Edgar Allan Poe: Joan Perucho. Él no sólo puede verlos sino que, según cuentan sus amigos, habla de ellos como si fueran viejos conocidos. En su mundo literario y periodístico la ficción se engarza con la realidad. Esta confusión es la que intenta plasmar la exposición homenaje que ayer se inauguró en el Centro de Arte Santa Mónica de Barcelona. Para Perucho, se trata "de un homenaje a la tenacidad".

"El 11 de noviembre de 1966, Picasso, del que era amigo, me dio una regla de oro: "Perucho, lo más importante del mundo es el trabajo. Trabaje, trabaje, trabaje. Un libro solo no vale nada. Un cuadro solo, tampoco. Lo que cuenta son todos los libros o cuadros que has realizado al cabo de los años". Le hice caso. Desde 1942 he publicado más de 100 libros y unos 4.000 o 5.000 artículos". Joan Perucho (Barcelona, 1920) lo explicaba ayer en la presentación de la exposición dedicada a su figura que, hasta el 6 de enero, puede verse en el Centro de Arte Santa Mónica, organizada por el Departamento de Cultura -a través de KRTU- y por la Institució de les Lletres Catalanes. La exposición, titulada El món de Joan Perucho. L"art de tancar els ulls, está dividida en tres grandes apartados y ocupa dos plantas del centro. En el primer piso se agrupan los aspectos relacionados con la poesía -hasta 1956 su producción fue básicamente poética- y el arte -especialmente a partir de las críticas que realizó en los años sesenta en la revista Destino y los numerosos contactos que mantuvo con numerosos artistas-. Este recorrido se realiza a través de cuatro ámbitos, dos sombríos y dos luminosos, en los que, mediante textos del escritor, se presentan numerosas obras de Miró, Moisès Villèlia, Tàpies -destaca una pieza que, al parecer, es inédita: L"escarnidor de diademes (1949)-, Cuixart, Subirats, Saura, Wols, Artigau, Enric Sió, Zush o Salvador Aulèstia. Parte de ellas pertenecen a la colección privada del escritor. El segundo apartado, en la sala anexa del claustro, se centra en su biografía a través de fotografías, libros y un vídeo en el que se hace un recorrido por su trayectoria vital y personal. Por último, en el claustro, se pretende introducir al espectador en el mundo literario de Perucho a través de una serie de instalaciones -con objetos pertenecientes a diversos museos y colecciones públicas y privadas que abarcan desde un herbolario del siglo XVIII a menús gastronómicos del siglo pasado, cruces coptas, pergaminos etíopes y vampiros disecados-, en las que se hace referencia, por ejemplo, a su interés por la gastronomía, la bibliofilia, el naturalismo decimonónico, la historia, el mundo de los monstruos y fantasmas, los santos y las experiencias espirituales o las referencias eruditas al cine fantástico o la literatura de aventuras. "La exposición tiene diversas lecturas. Los amantes de la obra de Perucho encontrarán multitud de citas y referencias que reconocerán fácilmente, pero en conjunto se ha planteado como una incitación a la lectura de sus libros", afirma Julià Guillamon, comisario de la exposición, en la que también han colaborado Daniel Giralt-Miracle, en el terreno artístico, y Leopoldo Pomés, en el montaje fotográfico.

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