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David Plana estrena en la Sala Beckett su nueva comedia, "Petita mort", que une muerte y erotismo

El año 1997 fue especialmente bueno para el joven dramaturgo y director David Plana (Manlleu, 1969). [EN] Su comedia Mala sang se estrenó en la Beckett con muy buenas críticas y también premios (Serra d"Or al mejor texto teatral y Espectáculo Revelación). El autor ha regresado estos días a la sala en la que se fraguó ese primer éxito. Y lo ha hecho con una nueva comedia, Petita mort, escrita y dirigida por él, en la que amor y erotismo se ligan estrechamente. La obra se desarrolla en un hospital y el título reproduce una expresión con la que los franceses se refieren al orgasmo.

Petita mort está especialmente pensada para la Sala Beckett y para los dos actores que intervienen en el montaje, Clara Segura y Armand Villén. Estructurada en dos partes, es una obra de equívocos. En la primera parte, una estudiante de psicología está pendiente de un examen para licenciarse como especialista en dar malas noticias a los enfermos terminales. La chica espera en una sala de hospital al examinador que ha de evaluarla. Así que no se percata de que el hombre que ha entrado en el despacho y escucha conmocionado su diagnóstico, "tres semanas de vida", no es el profesor, sino un paciente que ha acudido al hospital para recoger unas pruebas médicas. "El espectador conoce el error desde el principio, para él la situación es muy violenta. La primera parte de la obra está marcada por la crueldad y el humor negro", señala David Plana. Error y pasión En la segunda parte, la estudiante se percata del error y así se lo comunica al falso enfermo. Pero éste, fuera de sí, ya no atiende a razones. "Hay un cambio de registro hacia un terreno más pantanoso y violento con algún punto poético". El erotismo de la obra se desata cuando entre la circunstancial pareja surge una irrefrenable pasión. "He leído libros de gente que se dedica a hablar con los enfermos terminales y he visto que, en situaciones límite, las relaciones se intensifican mucho, se crean vínculos muy fuertes entre médicos y pacientes", explica el autor y director, que plantea el erotismo "como una tabla de salvación". Pese a que la pieza deriva un tanto hacia el drama, en ningún momento pierde su vocación de comedia. Cuando escribió la obra -en la que la música, de Joan Alavedra, tiene un papel muy importante-, Plana temía que Petita mort pudiera herir al espectador y provocar su rechazo. Las funciones previas al estreno le demostraron que no es así. Y lo agradece porque, en el fondo, lo que el director buscaba era reírse, afirma, de sus propios temores. "Una de las cosas que más nos unen como individuos es el miedo a la enfermedad y a la muerte. Yo quería exorcizar estos miedos más profundos y en el fondo me río de mí mismo", afirma. El montaje estará en cartel en la Sala Beckett hasta el próximo 3 de enero.

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