Exámenes en blanco
Manos que no paran de sudar, uñas mordidas, tics compulsivos... Son los típicos síntomas de nerviosismo de un estudiante antes de afrontar las preguntas de un examen. Pero para un 20% de los alumnos españoles, los naturales nervios se convierten en un miedo voraz, incontrolable, en pánico ante las pruebas académicas. La ansiedad provoca entonces el bloqueo mental. Largas semanas o meses de estudio quedan en el pozo del olvido y el resultado, en muchos casos, es la entrega de un folio en blanco. El propósito de Juan José Miguel Tobal, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, es tratar de erradicar el temor patológico a los exámenes. Tobal participó el pasado fin de semana en el I Symposium internacional sobre trastornos de ansiedad, celebrado en Granada y al que acudieron medio millar de expertos de todo el mundo. El psicólogo explicó que la ansiedad es una emoción común en todos los individuos. Aparece cuando se percibe algún peligro o amenaza. En principio, un nivel aceptable de ansiedad es positivo, puesto que ayuda a la persona a decidir si afronta o rehuye el riesgo. El problema surge cuando la amenaza es ineludible. "En un examen no le puedes pegar al profesor o salir corriendo de la clase", ilustra Tobal. Entonces la ansiedad puede transformarse en un miedo tan intenso que perjudica al alumno en su rendimiento y le provoca sufrimiento. "Se produce una inhibición total. La fuerte reacción emocional paraliza los mecanismos que se encargan de recuperar la información almacenada con el estudio en la memoria. Es lo que los estudiantes suelen llamar mente en blanco". Para mayor desesperación de los alumnos, explica el psicólogo, recuerdan la contestación de las preguntas cuando salen del examen. Este pánico se da en todos los niveles educativos. Pero especialmente en momentos muy duros, como Selectividad, oposiciones, COU e inicio de la carrera universitaria. Tobal asegura que, en buena lógica, debería desaparecer cuando el individuo acaba sus estudios. Sin embargo, la ansiedad exacerbada surge en otros ámbitos de la vida, como el carné de conducir, una entrevista de trabajo o una declaración de amor. El fracaso escolar no es la única consecuencia de este problema. Las víctimas del temor a los exámenes sufren diarreas, insomnio, taquicardias, pérdida del apetito, gastritis y, a largo plazo, incluso úlceras. La gravedad y asiduidad de esta patología hace necesaria la intervención de un especialista. El profesor Tobal ha desarrollado unos programas de tratamiento psicológico en centros educativos y universidades. El año pasado trató a 400 personas con ansiedad y obtuvo éxito en el 90% de los casos. Su terapia de grupo enseña técnicas de relajación y cómo evitar anticipaciones catastróficas del tipo seguro-que-me equivoco. "No consiste en erradicar la preocupación por los exámenes, que sería negativo, sino en mantener los niveles de ansiedad normales que no interfieren en el rendimiento académico", aclara. La ansiedad está ligada al estrés. Y aunque Tobal asegura que ha acompañado al hombre desde su origen como algo biológico, la sociedad actual contribuye a fomentarla con las prisas y la competitividad. Los especialistas reunidos en el Symposium abordaron también otros temas relacionados con la ansiedad. Entre los más interesantes destaca el tratamiento del miedo a hablar en público, el estudio de la ansiedad en los funcionarios de prisiones, la ira en los enfermos de asma y el pánico a las alturas y a las agujas hipodérmicas.
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