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PULSO EN EL PSOE

Los 'barones' amenazaron con una moción de censura

"En un congreso extraordinario os vais los dos", les advirtió Rodríguez Ibarra

Anabel Díez

A primera hora de la noche del viernes, los presidentes autonómicos, singularmente el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, tuvieron que lanzar casi una amenaza para que Joaquín Almunia y José Borrell flexibilizaran sus posiciones. Rodríguez Ibarra aseguró a ambos que si no había acuerdo trabajaría en el Comité Federal de ayer para que ambos sufrieran una moción de censura que se extendería a la ejecutiva y, de triunfar, serían los barones los que obligaran a un congreso extraordinario, quitándoles a ellos esa llave de la mano. Dos horas después había acuerdo.

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Juan Carlos Rodríguez Ibarra, con la mirada de complicidad de Bono y Chaves, advirtió a Almunia y a Borrell, por separado, que si no se dejaban de bobadas por tales o cuales "palabritas" y les tenían hasta la noche del sábado pendientes de una solución los secretarios generales les demostrarían que eran ellos quienes tenían la sartén por el mango.La redacción de cuál será exactamente la función del candidato socialista y el intento de éste de modificar la actual ejecutiva con la inclusión de cuatro personas de su confianza fueron los escollos a salvar para alcanzar un acuerdo y evitar así un congreso extraordinario.

Tanto Almunia como Borrell enseguida reconocieron como interlocutores más que válidos a Manuel Chaves, José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, no sólo por sus características personales sino porque todos los secretarios regionales otorgaron a estos tres su confianza para que llevaran las negociaciones como mejor estimaran. Este plácet se lo dieron en la mañana del jueves y a la vista de los resultados favorables volvieron a reunirse ayer por la mañana, antes de la reunión del Comité Federal.

En estos tres días ha habido que superar problemas políticos de hondura y suspicacias personales. Aunque Almunia y Borrell se esforzaron en decir que no se trataba de "cuestiones personales", quienes han negociado señalan que algo de eso ha habido.

Cuando en la tarde del viernes todo se vino abajo, Rodríguez Ibarra soltó el órdago. Primero a Almunia y luego a Borrell les advirtió que los secretarios regionales no iban a soportar que les tuvieran hasta la noche del sábado negociando "palabritas".

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En nombre de otros secretarios generales anunció que presentarían una moción de censura contra la gestión de la ejecutiva, acompañada de mociones de censura contra el secretario general y contra el candidato, lo que llevaría consigo la convocatoria de un congreso. "Debéis ser conscientes de que en un congreso extraordinario os vais los dos", aseguran que les dijo Ibarra. [Desde París, Felipe González se mostró absolutamente contrario a la celebración de un congreso extraordinario que surja de discrepancias personales. "Si es por las razones que veo, procuraría estar en Australia. No sé si Australia es lo que queda más lejos", aseguró irónico, informa Efe.]

Líder de la oposición

A partir de la advertencia de Ibarra se avanzó con cierta celeridad, una vez que Almunia admitió que Borrell debe ser el líder de la oposición y "el primer representante y portavoz de las propuestas de los socialistas". Borrell, mientras, retiró su demanda de incluir en la Ejecutiva Federal cuatro puestos. Esta petición la formuló el candidato el viernes en el almuerzo que mantuvo con Chaves, Bono e Ibarra.Las razones esgrimidas por Borrell para querer estos puestos vienen del comportamiento de la ejecutiva en las primarias, cuando se decantó públicamente a favor de Almunia frente a Borrell, con la única excepción de Ana Noguera. Le dijeron que era imposible y aceptó. En esa misma conversación, Bono y Chaves propusieron que voluntariamente una persona de la ejecutiva abandonara su silla y se la cediera a Rodríguez Ibarra. El político extremeño lo rehusó de inmediato y recordó a sus compañeros que él pudo entrar en esa ejecutiva "por la puerta grande" y no quiso. El asunto de modificar la ejecutiva quedó zanjado.

Los negociadores advirtieron actitudes diferentes en Almunia y Borrell durante estos días. El secretario general exhibió durante mucho tiempo un comportamiento distante y escéptico y apenas leía los papeles que le pasaban con las distintas redacciones del acuerdo. Una vez que quedó fijado que la dirección política del PSOE corresponde a sus "órganos estatutarios" quedó tranquilo.

En la noche del viernes, Borrell rechazó la redacción que se daba a sus funciones y, además, volvió a sacar a la negociación el mantenimiento de la Oficina del Candidato. Horas antes había aceptado convertirla en un Gabinete Técnico. En una primera redacción, Borrell interpretaba que sólo podría hablar cuando le dijera la Ejecutiva. Con un gerundio las cosas se arreglaron: "El candidato actuará como interlocutor del partido, trasladando las decisiones que se adopten por los órganos de dirección de los que forma parte".

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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