La mano tonta de Herreros
El alero del Real Madrid sumó 33 tantos en un 'derby' espectacular
Los duelos entre el Estudiantes y el Real Madrid han ido cambiando de un tiempo a esta parte. Cierto es que el Estudiantes pierde el complejo cuando ve enfrente a los de blanco, pero igualmente cierto es también que a los de blanco les ha sucedido algo parecido. Puede haber una explicación sociológica al asunto y todo sea que la dialéctica del derby ha cambiado: ni el Estudiantes se siente tan modesto, ni el Madrid tiene argumentos para ir mirando por encima del hombro. Quizás sea porque el Madrid hace un mundo que no gana la Liga y ha perdido carisma: ese exilio temporal en Torrejón unido a ese regreso previsto al vetusto pabellón no contribuye precisamente a ensalzar la imagen de un equipo grande. Le queda el nombre (o sea, la denominación de origen) y una mano de obra cualificada. Y si hay que hablar de cualidades, tiene a Herreros, el español de la temporada, y la figura de ayer. Herreros, que tuvo la mano tonta.Porque puestos a jugar sin complejos ambos dos, el partido resultó extraordinario, un cruce de canastas con fundamento y velocidad, una segunda parte más que fructífera (113 tantos entre los dos equipos) y una actuación sobresaliente del mencionado Herreros, que parecía el yugoslavo de turno que tanto gusta tener a cualquier equipo europeo que se precie.
ESTUDIANTES, 94
REAL MADRID, 101Estudiantes: Azofra (14), Thompson (29), Jiménez (14), Reyes (10), Vandiver (14); Martínez (0), Bárcenas (7) y De Miguel (6). Real Madrid: Victoriano (6), Angulo (11), Herreros (33), Tanoka Beard (14), Martin (10); Struelens (14), Lasa (7), Santos (0) y Luyk (6). Árbitros: Ramos, Requena y Murgui. Excluyeron por personales a Azofra (m.40). 10.000 espectadores en el Palacio de los Deportes de la Comunidad del Madrid.
Herreros fue el elemento decisivo en un partido jugado en clave ofensiva, porque sumó 25 tantos en una segunda parte infalible. Pero la actuación de Herreros destacó por encima de un choque ejemplar, donde se puso de manifiesto lo que puede ser el baloncesto jugado a otro ritmo. Hablan de que la FIBA se dispone a introducir ya la regla de los 24 segundos. Pues bien, tanto Madrid como Estudiantes actuaron como si estuviera en vigor: ataques rápidos, ninguna timidez en la elaboración de la jugada, la contundencia debida en los choques dentro de la zona. El partido fue por ese lado desde el principio al final, por mucho que en la segunda parte ambos llegaran a un punto de eficacia superior al normal ante la canasta. El derby trajo también otra buena noticia a la Liga ACB: salvo el caso de Thompson, la responsabilidad del partido estuvo en manos de jugadores españoles. Y el mejor de todos ellos, porque es el mejor del momento, fue Herreros.
Las disquisiciones tácticas tuvieron en esta ocasión menor entidad, aunque el Madrid sorprendió desde el inicio al darle la responsabilidad de la dirección a Lucas Victoriano. De alguna manera, el Madrid quería ganar el partido desde la media distancia. Sin embargo, el choque tuvo su propia vida.
Al equilibro de la primera parte (empate a 41 en el descanso) sucedió la inspiración de Herreros en la segunda. Una buena parte de las acciones ofensivas del Madrid, a veces de forma consecutiva, acabaron en sus manos y luego dentro de la canasta. Encestó desde todos los puntos imaginables e hizo inútil el bombardeo brutal de Thomson, que se hartó de triples. Su excelencia empujó al Estudiantes a algún conato de precipitación, aunque llegara a tener su oportunidad (89-91 a 1.15 minutos).
Sin embargo, alguien tenía que ganar. Dando por sentado que los dos jugaron bien, es una ley escrita que la victoria termina inclinándose del lado de quien cuenta con un hombre en estado de gracia. Y a nadie se le oculta que ayer Herreros tuvo algún tipo de conexión divina.
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