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Entrevista:

FRANCISCO NIEVA ESCRITOR "Los artículos de Larra son modelos para el periodista actual"

Francisco Nieva es uno de los grandes dramaturgos españoles del siglo XX. En 1992, recibió el Premio Príncipe de Asturias por el conjunto de su obra, que incluye también novelas. Nieva, de 69 años, estaba ayer en Sevilla para presentar su última novela, Carne de murciélago. Pregunta. En su novela presenta un Madrid subterráneo en el que viven verdugos y familias tronadas. ¿Qué opina de ese mundo oculto? Respuesta. Es una mezcla de realidad y ensueño. La realidad está para ser aumentada por el novelista. Esto se hace por medio del hiperrealismo y el realismo fantástico. Incluso hay en la novela un trozo de ensayo. Carne de murciélago trata de ser una novela moderna que sorprenda. La sorpresa es para mí el mayor aliciente del arte. P. Ese mundo subterráneo se parece al que refleja Edgar Neville en su película La torre de los siete jorobados. R. Cuando estaba escribiendo mi novela, pasaron por televisión La torre de los siete jorobados. Es una obra maestra de Neville basada en una novela de Carrere. Tuve la suerte de conocer a la que fue la mujer de Carrere y, gracias a ella, conocí el estilo de vida de esos bohemios de principios de siglo. P. En su novela hay mucho humor. Hay personajes que provocan la carcajada: por ejemplo, un mono listísimo y lleno de artimañas. R. Hay un animalismo cordial, de identificación con el animal. El mono que sale en la novela existió y era un prodigio. Cuando escribo que este mono tomaba el té con el rabo, hago una magnificación de lo que era. Era un mono inteligente de verdad. P. ¿Ese humor viene del Postismo, un movimiento literario de la posguerra al que perteneció? R. El Postismo premonizó la posmodernidad. Cuando llegué a París, los franceses no me enseñaron nada nuevo. Yo venía de España muy impuesto en vanguardias gracias a Dalí, al Postismo... El problema era que esa vanguardia no podía desarrollarse en la España de Franco. P. Usted reivindica a Baroja en su novela. R. Baroja tiene una obra magnífica, comparable a la de Tolstoi o Gorki. Es un gran novelista. Tiene un ritmo de prosa moderno, con la frase corta y con un lenguaje muy expresivo. Considero a Baroja un maestro. Como a Azorín y como a Gabriel Miró. No hay una novela en España más bella que El obispo leproso, de Miró. Gabriel Miró me enseñó mucho en el manejo del lenguaje, en la elección de la palabra justa y en una especie de estética contemplativa. P. También reivindica a Larra. R. Larra es el modelo de periodista. Tiene una gran soltura para crear diálogos, para inventar personajes... Ese trasunto de la realidad tan vivo sólo lo dan los buenos periodistas. Los artículos de Larra son modelos para el periodista actual.

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