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FÚTBOL: COMPETICIONES EUROPEAS

El pleno español se arruinó con el error "italiano" del Valencia

El Celta, símbolo de la jornada en la UEFA

Santiago Segurola

Cuando se plantea la vieja cuestión de qué es jugar bien, conviene referirse a la actuación del Celta frente al Aston Villa, líder de la Liga inglesa y ganador del encuentro de ida en Vigo. En circunstancias dificilísimas, el Celta interpretó el fútbol como se debe: con criterio, con tranquilidad, con un uso razonable del balón, con equilibrio, con pujanza y con la pizca de arrogancia necesaria para decir que nosotros somos mejores que vosotros. El Celta fue la expresión de todos los equipos españoles: se clasificaron cuatro (Celta, Atlético, Betis y Real Sociedad, estos tres últimos con partidos sencillos), y sólo se quedó fuera el Valencia, cuya supremacía ante el Liverpool fue indiscutible. Con una particularidad. Llegado un punto del partido, sobre la hora de juego, el Valencia decidió cambiar lo que había funcionado bien por un afán especulativo que le funcionó muy mal.Su entrenador, Claudio Ranieri, justificó el resultado con una lectura torcida. Dijo que el problema del Valencia había surgido de su impulso por atacar. "Hubiera sido mejor especular, defender el gol que habíamos conseguido", declaró el técnico italiano. Todo lo contrario. El Valencia, que había arrollado al Liverpool con un juego trepidante, perdió el hilo del partido cuando entregó al equipo inglés su única esperanza de vida: el balón. A difererencia de otros equipos ingleses, el Liverpool utiliza la posesión de la pelota como elemento decisivo en su juego. Durante quince minutos, el Valencia fue italiano y el Liverpool fue el Liverpool. Un error de Ranieri, que en su afán conservador retiró a Ilie del encuentro. Cuando le necesitó, los ingleses habían hundido al equipo español.

El fútbol de cada país suele tener una señas determinadas de identidad. Los equipos españoles no son italianos. Su fútbol quizá es más ingenuo en lo táctico y desde luego más aventurero. Es díficil ver cómo sobrevive cualquiera de nuestros equipos a un asedio, en plan catenaccio y todo eso. No saben hacerlo, no tienen esa cultura del juego, fracasan.

Lo demostró el Celta, que sólo pasó un mal rato cuando dejó que el Aston Villa volcara una lluvia de pelotazos. Pero entonces emergió Mazinho y demostró que la mejor manera de desactivar la presión y el fútbol físico es distribuir el balón a uno o dos toques, con pases ahora cortos y ahora largos, con una participación abundante de todo el equipo. El resto queda a cargo del talento, de jugadores como Mostovoi, un hombre que ha encontrado su estado de gracia en la frontera de los 30 años, después de un largo peregrinaje por el fútbol europeo. España es un país agradecido para esta clase de jugadores creativos, espíritus libres que necesitan de una ecología especial. Se abruman y se pierden en el defensivismo. No es casual que Romario no haya jugado en Italia o que Laudrup encontrara en España su tierra de promisión, como Mostovoi, como tantos otros que disponen en nuestro fútbol de la comprensión que no tuvieron en otros países. A cambio de ciertas concesiones, nuestros equipos son capaces de hacer un fútbol creativo, divertir al personal y marcar goles a porrillo (12 a favor, tres en contra).

Equipos clasificados: Parma, Liverpool, Real Sociedad, Celta, Lyón, Mónaco, Brujas, Betis, Zúrich, O. Marsella, Bolonia, Girondins, At. Madrid, Roma y Celta. Hoy, Glasgow R.- Bayer L. Suspendido, Fiorentina-Grasshoppers.

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