El Rayo corta las alas al Atlético
El equipo vallecano logró dar la vuelta al marcador
Volaba alto, muy alto, el sorprendente Atlético. Cinco victorias consecutivas le contemplaban. Y volaba, además, abrazado al buen gusto, lo que tiene un mérito añadido. Y ayer, en los primeros 30 minutos, el filial atlético fue fiel a ese discurso, inventándose media hora deliciosa. Tevenet le puso la rúbrica a aquel rato inolvidable. Lo hizo a lo grande, como parece ser ley en el filial rojiblanco. Agarró la pelota en el centro del campo, se la cosió a la bota y a la escuadra la mandó en cuanto atisbó en la lejanía la portería vallecana.Así comenzó a escribirse la historia. Y seguro que el epílogo de ésta hubiera sido el habitual, esto es, victoria rojiblanca, si no llega a plantarse el Rayo, que gritó basta y se dejó de memeces. Huérfano de la imaginación que suele echarle a esto del fútbol el sancionado Pineda, el Rayo tuvo que optar por la coherencia, con el portugués Tiago ejerciendo de abanderado.
ATLÉTICO DE MADRID 1 - RAYO VALLECANO 2
Atlético de Madrid: Rubio; Gaspar, Dika (Pepe Domingo, m.60), David Charcos, Gustavo; César (Lawal, m.75), Baraja, Carcedo, Fortune; Tevenet y Sequeiros (Vukic, m.63).Rayo Vallecano: Lopetegui; Estíbariz, Cota, Muñiz, Llorens; Pablo Lago, Pablo Sanz, Tiago, Van den Berg (Paulo Torres, m.46); Vergara (Amaya, m.72) y Lujambio (Michel II, m.30). Goles: 1-0. M.11. Tevenet coloca el balón en la escuadra tras jugada personal. 1-1. M.40. Michel II lanza una parábola desde fuera del área. 1-2. M.55. Córner que cabecea Pablo Sanz y remacha Vergara, también de cabeza. Árbitro: Rodríguez Martel. Amonestó a Rubio, Gaspar, Baraja, Aguiar (técnico del Atlético) y Tiago. Lleno. Unos 5.000 espectadores en el Cerro del Espino.
No era un día adecuado para el adorno, ni para el toque por el toque. Más que nada porque la presión del Atlético lo hacía inviable. Le vino bien al Rayo la desgracia de Lujambio, que cayó herido a la media hora. Sobre el césped apareció Michel II, un futbolista de soberana planta, de ésos que tienen pinta de antiguo. Y que por eso mismo parece torpe. Pero no hubo torpeza en aquel disparo que cazó desde 30 metros y que hizo una fugaz parábola hasta encontrar acomodo en la portería de Rubio, que aún anda preguntándose de dónde bajo semejante misil.
El empate redujo el descaro del Atlético, que se limitó a buscar las correrías de César y Tevenet. Pero su ímpetu encontró siempre el freno de Cota, un tipo que sabe latín. Esperó el Rayo su oportunidad y ésta llegó por arriba, como está mandado en un conjunto que se maneja de maravilla por los aires. Pablo Sanz cazó el balón con la cabeza y Vergara lo acunó en la red.
Quedó el choque apretado en las cercanías del área rayista, pero sólo un disparo al palo de Baraja (m. 85) hizo peligrar un triunfo que comenzó a ganarse el Rayo cuando se despertó, que nunca es tarde, para dormir el fútbol de un rival enorme y valiente, al que supo cortar las alas con un arma que, a día de hoy, no tiene precio: la experiencia.
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