_
_
_
_
FÚTBOL / Sexta jornada de Liga

Un penalti salva al Atlético

Tres expulsados, lluvia de amonestados, mal arbitraje y poco fútbol en la cita ante el Tenerife

Un simple penalti innecesario le salvó la tarde al Atlético. Una tarde, por otra parte, para olvidar, infectada de táctica y huérfana de fútbol. Desde el orden y la organización, nada que reprochar. Por ahí, Atlético y Tenerife estuvieron casi impecables. Pero eso es muy poco, o demasiado significativo: cuando los dos contendientes rozan la perfección en esa materia, que siempre tiene como objetivo facetas defensivas del juego, los partidos se vuelven insoportables. La cita dejó poco que rescatar, pero armó muchó ruido: tres expulsados, un batallón de amonestados y un público sonoramente hasta las narices. Y del jaleo el principal responsable fue el árbitro. El partido en sí fue un horror. Sobre todo, su primer tiempo. En esa fase, el Atlético jugó muy juntito, al gusto de Sacchi. Y presionó con decisión y sincronía. Se movió como un solo cuerpo de norte a sur y de este a oeste para el deleite de su preparador. Y dio muestras evidentes de estar muy concentrado. Hasta provocó tres o cuatro fueras de juego, esa asignatura que tanto se le atragantaba. Dio, en definitiva, una lección de profesionalidad y táctica. Y qué no decir del Tenerife: siempre ordenado, efectivo en el achique y la anticipación, solidario en las ayudas y hasta suelto a la hora de la elaboración en tierra de nadie, en los pases horizontales o hacia atrás. Otro manjar de pizarra, en suma. Pero de fútbol, o de lo que antes se llamaba así, nada de nada.

Más información
Lillo: "Me da miedo criticar a los árbitros"

No hubo noticias de Kiko en esa insoportable primera parte. Y de Valerón, sólo dos; eso sí, sublimes: un doble regate culminado con un centro preciso y un pase profundo entre la telaraña defensiva. José Mari no supo culminar ninguna de las dos acciones. Al jerezano, los centrales del Tenerife no le dejaron recibir nunca y el canario se gustó poco y participó menos.

En la segunda parte, Sacchi regaló al Atlético la aparición de Jugovic y Juninho. Y el partido se arregló. Porque el yugoslavo supo competir por el gobierno de la zona ancha con Emerson, jefe absoluto hasta entonces; porque el brasileño lo intentó a su eléctrica manera y metió chispa bendita a la cita, y porque el ritmo de juego se disparó. Salió beneficiado el Atlético con el cambio: empujó al Tenerife hacia su territorio y le empezó a meter en problemas. El público, que había dedicado una pitada a sus jugadores cuando se alcanzó el descanso, celebró la cuestión con exagerado entusiasmo, pero tampoco están los tiempos para volverse demasiado exigente con los gustos. A estas alturas, cualquier cosita es un tesoro. Y Juninho, que saltó con un plus de motivación por su suplencia, lo fue.

Pero el gol que rompió el partido llegó, en cualquier caso, de mala manera: un globo de todo a cien sin demasiadas pretensiones que fue a caer sobre Kiko, quien, eso sí, puede volver valiosa cualquier vulgaridad. Como los del Tenerife eran conscientes de ello fueron a por el jerezano con todo para evitar que controlara y lo mandaron al suelo: penalti, muy protestado por el bando visitante, y gol de Juninho.

Lo que sucedió después corre por cuenta exclusiva del árbitro, que ya había insinuado antes su pericia y rapidez en el arte de desenfundar sus tarjetas. Expulsó a André Luiz por doble amonestación y ya cogió carrerilla: mandó a la ducha a Emerson, que le debió de decir algo gordo por su decisión anterior, y a la jugada siguiente, tal vez pensando que había sido un castigo excesivo para el Tenerife, echó a Juninho por una patadita de nada.Y claro, el público, que aún estaba de perros por la tarde de fútbol que le estaban dando, le llamó de todo. Justo cuando había aparecido un tipo con ganas de arrancar aplausos, un futbolista firmemente decidido a mandar a la basura semejante sesión de tacticismo, va Iturralde y lo expulsa. Y para colmo, por nada.

Táctica por los cuatro costados, sólo media docena de cositas que ver y un colegiado con ganas de armar ruido. Así es como están dejando el fútbol, o lo que antes se llamaba así.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_