Fractura social

Irremediablemente, el Primero de Mayo de cada año es el escenario perfecto para retratar la división sindical. La foto fija es la de dos manifestaciones, la de dos mundos que viven el sindicalismo por y para la división. En 1993 se rompió la unidad de acción sindical entre UGT, CCOO y ELA. En enero de ese año se alcanzó el último acuerdo entre Comisiones y ELA con el fin de promover el empleo y la industrialización. La alianza duró poco y aparecieron los dos frentes, las dos concepciones del país.Si se pidiera a los cuatro secretarios generales de los cuatro sindicatos mayoritarios vascos que explicaran la fractura social vasca, la respuesta tendría también cuatro colores distintos. José Elorrieta, de ELA, reclamaría el marco vasco de relaciones laborales. Desde LAB, Rafael Díez Usabiaga diría que los sindicatos estatales no asumen la realidad nacional vasca. Santiago Bengoa, de CCOO lo resumiría en motivaciones políticas de corte abertzale. Por último, Carlos Trevilla, secretario general de UGT, no dejaría de asegurar que, en el fondo, la fractura social no es más que una ventaja más que los trabajadores vascos dan a los empresarios.

Así las cosas, las cifras en la división entre nacionalistas y no nacionalistas en el mundo sindical se decanta por los dos primeros. A UGT y a CCOO sólo les queda esperar mejores resultados.