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Alcalde

JAIME ESQUEMBRE Difícil el papel que le ha tocado interpretar al alcalde de Elche, el socialista Diego Macià, en el conflicto con el poder que su partido y el resto de fuerzas progresistas valencianas mantienen al hilo de la creación de la Universidad Miguel Hernández, que nació con voluntad política de hacer daño a otro centro ya consolidado. En los dos últimos años, Macià ha conseguido licenciarse con sobresaliente en el arte de la diplomacia, y todavía le quedan unos cuantos aspavientos que superar. De momento, tiene que apoyar al gobierno autonómico para que invierta a ritmo acelerado en el complejo académico que toma forma en la partida de La Galia, y por otra parte está obligado a compartir espacio, programa y estrategia con un PSPV que arremete contra su universidad casi a diario. El partido le pone muy difícil su papel de alcalde, pese a ser Elche la ciudad más importante en manos socialistas. A su favor juega, paradójicamente, su carácter introvertido. Se trata de un político poco dado a salidas de tono. No da titulares, y eso le abre el camino para hacer lo que quiere sin convertirse en centro de la diana de francotiradores dentro y fuera de su partido. Ha sido el único personaje público, junto con el obligado consejero Francisco Camps, que ha asistido a los actos de apertura oficial de curso en las dos universidades enfrentadas, y se ha acostumbrado a ser el único dirigente del PSPV que asiste a los actos de la Miguel Hernández. Lo han dejado solo. Macià parece haber encontrado un balón de oxígeno para resolver su conflicto externo con la sentencia judicial que legitima las segregaciones de estudios de Alicante en favor de Elche, y se ha lanzado en plancha con el fallo bajo el brazo para pedir a ambas partes que olviden rencillas y colaboren. Eso le permitiría prodigarse más en el proceso de construcción de la Universidad de Elche sin necesidad de contratar vallas publicitarias para recordar a sus electores que ese campus se construye sobre terrenos cedidos por el Ayuntamiento. A Diego Macià no le dejan vender una actuación de ese calibre, y quizás por ello está condenado a organizar grandes fastos para inaugurar un parking.

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