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El PSC rechaza la pretensión de Ribó de que Maragall vaya a las urnas sin las siglas socialistas

Los socialistas catalanes no consentirán que su candidato a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, concurra a las urnas sin las siglas del PSC. Esta posibilidad, que ya fue acariciada por el propio Maragall hace tres meses, ha sido puesta de nuevo sobre el tapete por el líder de IC, Rafael Ribó, como fórmula para materializar un eventual acuerdo preelectoral entre sus respectivas formaciones. Mientras Maragall guarda silencio, numerosos socialistas advierten que el PSC no entrará en ninguna alianza electoral en la que no haya más socios que IC.

Rafael Ribó expuso el lunes a Pasqual Maragall su idea de que sus respectivas formaciones -IC y el PSC- concurran a las elecciones autonómicas catalanas diluidas en una candidatura unitaria abierta a otros partidos políticos o sectores sociales de centro izquierda. Aunque no descartó otras posibilidades, Ribó propuso que esa candidatura unitaria tomase la forma de una agrupación de electores encabezada por Maragall y ajena a las siglas de los partidos integrantes. En contraste con el silencio formal de Maragall respecto a la propuesta de Ribó, numerosos dirigentes del PSC expresaron ayer su rechazo frontal tanto a un eventual abandono de las siglas del partido como a una alianza electoral en la que las únicas formaciones políticas integrantes fuesen IC y el PSC, así como a la fórmula de la agrupación de electores. Todas las fuentes de la dirección socialista consultadas se mostraron partidarias de que Maragall articule y encabece un amplio movimiento de centro izquierda que vaya más allá de las propias fronteras del PSC con el objetivo de arrebatar el Gobierno catalán a los nacionalistas de Jordi Pujol, pero rechazaron contundentemente que ese movimiento pueda quedar limitado en exclusiva al PSC e IC. Una alianza bilateral de este tipo, argumentaron, ahuyentaría a los sectores centristas que Maragall pretende atraer hacia su opción. Los socialistas consideran carente de toda lógica la pretensión de prescindir de las siglas de un partido -el PSC- que en las últimas elecciones -las legislativas de marzo de 1986- cosechó el 40% de los votos emitidos en Cataluña. Y atribuyen esa propuesta de Ribó a la preocupación derivada de las magras perspectivas de voto que los sondeos de opinión conceden a IC, especialmente después de la escisión de los anguitistas. Una preocupación que, a juicio de los socialistas, se hace más y más apremiante a medida que se acerca la próxima asamblea de Iniciativa per Catalunya, convocada para finales de noviembre, a la que Ribó y su equipo de dirección deberían poder presentar una estrategia electoral definida. La opción de colaboración con IC que, hoy por hoy, prefieren los socialistas catalanes es la presentación de candidaturas separadas, pero ligadas entre sí por un acuerdo político sobre prioridades programáticas El espacio anguitista Diversas fuentes de la dirección del PSC sostienen que la disolución de las siglas de IC no sólo no sería beneficiosa para los intereses electorales de esta formación y de la candidatura de Maragall, sino que tendría efectos contraproducentes, como la abdicación de cierto espacio electoral en favor de los anguitistas. Ribó, por su parte, entiende que el "deseo de cambio" perceptible debe tener su reflejo en una candidatura unitaria progresista. Ésta, a su juicio, tampoco debería limitarse a una alianza bilateral PSC-IC. Entretanto, Maragall sigue su ronda de consultas y entrevistas sin demasiados agobios, gracias a que la crisis interna que atraviesa CiU le ha permitido en las últimas semanas disponer de su tiempo y marcar los ritmos de su actividad a su antojo.

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