Borrell abre un laboratorio de ideas

José Borrell ha emprendido los preparativos para tratar de ganar las próximas elecciones generales. Las instrucciones son categóricas: máxima innovación, máxima participación. Para garantizarse apoyos, y también para disponer de puntos de referencia en la tarea de dirigir el próximo programa electoral del PSOE, el candidato socialista a la presidencia del Gobierno ha constituido un equipo formado por 50 intelectuales, ha encargado la creación de una red de asesores ante problemas de coyuntura y dentro de pocas semanas dará a conocer un Seminario de Innovación Política.Son iniciativas que reflejan su deseo de contar con equipos de confianza y que dependan directamente de él ante la sensación de que el aparato del partido no avanza en ocasiones al ritmo, e incluso en la dirección, que él desea. No obstante, esa divergencia parece que se va acortando por la decisión política, y pragmática, tanto de Borrell como de Joaquín Almunia, el secretario general, de sumar energías para alcanzar un objetivo común: derrotar al PP.

Pero esa meta no estará más próxima si los ciudadanos apenas perciben en los socialistas otro propósito que el mero interés partidista de desalojar a los populares para volver a ocupar ellos el Gobierno. Necesitan ofrecer una política renovada y un estilo que restablezca su credibilidad, que les acerque a los ciudadanos y, a la postre, les devuelva la confianza que le han retirado en los últimos años cientos de miles de ellos.

Ésa es la percepción de Borrell, y lo que le ha llevado a crear un equipo de 50 personas cuyas características comunes son la capacidad de reflexión, la sintonía con los valores de la socialdemocracia y, en su mayoría, la experiencia en cargos de responsabilidad pública bajo Gobiernos socialistas. Un círculo que incluye a muchos socialistas que cuentan con la confianza de los principales dirigentes del partido y del que forma parte la esposa del propio secretario general, Milagros Candela, integrante muy activa de un seminario sobre igualdad de oportunidades para la mujer. Lo cual refleja un cierto deseo de consenso, que al parecer también va a quedar plasmado en la propuesta de Borrell para constituir la comisión redactora del programa electoral. Esa propuesta incluirá a representantes de la dirección del partido y también a personas representativas del centro-izquierda social.

Si bien en las elecciones de 1996 el secretario de Organización del PSOE, Cipriá Ciscar, contó con un equipo de asesores para elaborar el programa, ésta es la primera vez que el candidato socialista a la presidencia del Gobierno crea por su cuenta una estructura de asesoramiento, si bien se trata de un colectivo cuya tarea principal es ayudarle "en la reflexión política de fondo" y, por tanto, va mucho más allá del terreno electoral.

Entre sus integrantes se encuentran los ex ministros Virgilio Zapatero, Jordi Solé Tura y Luis Carlos Croissier; el ex secretario de Estado Francisco Ramos; catedráticos como Francisco Laporta, Victoria Camps, Fermín Bouza, Joaquín Arango, Andrés de Blas y Ramón Vargas Machuca, y profesionales de prestigio como Elena Salgado, Elena Arnedo y Reyes Mate.

Dar con el tono

El equipo está coordinado por su impulsor, Manuel Escudero, un economista y profesor del Instituto de Empresa que cuenta con experiencia en ese tipo de tarea, ya que fue, entre 1987 y 1990, coordinador del Programa 2000, una plataforma que promovió y capitalizó Alfonso Guerra. Escudero aspira a que ese equipo ayude a Borrell a dar con el tono que debe caracterizar su perfil político. Ya han tenido una primera reunión con el candidato, el pasado día 8, en la que conversaron durante cuatro horas, y tendrán otra sesión dentro de muy poco.Para el 3 de octubre está convocada una reunión extraordinaria del Comité Federal del PSOE, su máximo órgano entre congresos, en la que Borrell expondrá su plan de trabajo para los meses que quedan hasta las elecciones legislativas. Los socialistas calculan que disponen de un plazo de un año -los populares empiezan a admitir la hipótesis de que los comicios sean convocados para el otoño de 1999- y quieren poner en rodaje la maquinaria a mediados de octubre. Eso implica iniciar la preparación del programa electoral, que Borrell quiere que se convierta en uno de los pilares de su campaña: tanto por las propuestas innovadoras que aspira a incluir como por la movilización que quiere provocar en torno a su elaboración.

Para los hombres de confianza de Borrell, se trata de mostrar cuanto antes a la sociedad que su candidato ya está en marcha, que el efecto Borrell no se ha extinguido, aunque su trayectoria ha perdido la velocidad de despegue, y que todo el que quiera aportar algo sepa que va a ser bien recibido.

En ese esfuerzo por favorecer la participación, Borrell y Escudero tienen previsto dirigir invitaciones a las Fundaciones que se sitúan en el espacio de centro-izquierda para colaborar, si lo desean, en proyectos conjuntos. En particular, se van a dirigir a la Fundación Alternativas, a la Pablo Iglesias, a la Fundación Sistema y al Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPES).

Borrell ha encargado a Miguel Muñiz, ex presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO), la coordinación de un equipo de asesores externos a los que poder consultar sobre problemas coyunturales, ya sea la crisis financiera en Asia o la nueva regulación europea del aceite, por ejemplo. Muñiz tiene su despacho en el edifico de la calle de Gobelas donde también se hallan Borrell y Escudero.

Este último ha recibido también el encargo de preparar un Seminario de Innovación Política, que reunirá cinco o seis veces al año a un colectivo de más de cien personajes de distintos ámbitos sectoriales cuyo denominador común será su sensibilidad de centro y de izquierda.

"Nosotros no tenemos que iniciar ningún giro hacia el centro", ironiza Escudero, "porque la gestión de los Gobiernos socialistas y la política del PSOE han sido de centro-izquierda, y ése es exactamente el centro del espectro político español, porque es donde se ubica la mayoría del electorado".

Los socialistas, y en especial los colaboradores de Borrell, saben que todas esas iniciativas son necesarias para recuperar credibilidad, pero resultarán estériles si el secretario general y el líder electoral lanzan a la sociedad mensajes distintos que, en vez de eliminar incertidumbre, siembren desconcierto.